Mi Recurso Adventista

Un padre tierno y misericordioso

14 de septiembre | Devoción Matutina: A Fin de Conocerle

Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen. Salmos 103:13.

Deberíamos considerar a Dios como un padre tierno y misericordioso. No hay que estimar el servicio que se presta a Dios como algo aflictivo y perturbador. La adoración rendida a Dios y la participación en su obra deberían constituir un placer. Al meditar el pueblo de Dios en el plan de salvación, sus corazones se enternecerán con amor y gratitud… {AFC 261.3}

Dios no quiere que sus hijos, para quienes ha provisto una salvación tan grande, actúen como si él fuera un amo duro y exigente. Es su mejor amigo, y cuando lo adoran, espera estar con ellos para bendecirlos y consolarlos, y llenar sus corazones de gozo y amor. El Señor desea que los que van a adorarlo lleven consigo preciosos pensamientos acerca de su cuidado y amor, para que cumplan con gozo todos los quehaceres de la vida diaria, para que tengan gracia para actuar honrada y fielmente en todas las cosas… {AFC 261.4}

Deshonramos a Dios cuando pensamos en él únicamente como un juez que está listo para sentenciarnos, olvidándonos de que es un Padre amante. Toda la vida espiritual es moldeada por nuestros pensamientos acerca de Dios; y si mantenemos conceptos erróneos de su carácter, nuestras almas se dañarán. Deberíamos ver en Dios a Uno que ama a los hijos de los hombres y desea hacerles bien… En todas las Escrituras se presenta a Dios como Alguien que habla tiernamente a los corazones de sus hijos descarriados. Ningún padre terrenal podría ser tan paciente con los errores y faltas de sus hijos como es Dios con los que procura salvar. Nadie podría rogar más tiernamente al transgresor. Ningún labio humano pronunció jamás ruegos tan tiernos al transgresor como los suyos. ¿No amaremos a Dios y le mostraremos nuestro amor mediante una humilde obediencia?—The Review and Herald, 14 de enero de 1890. {AFC 262.1}


Devoción Matutina: A Fin de Conocerle 
Ellen G. White