Mi Recurso Adventista

Un futuro alentador

03 de noviembre | Devoción matutina: Siguiendo las huellas de los grandes personajes de la biblia

«El Señor afirma: «Yo seré como una muralla de fuego alrededor de Jerusalén, y en medio de la ciudad mostraré mi gloria «» (Zacarías 2: 5).

EI capítulo 2 de Zacarías inicia con una visión en la que un hombre lleva en su mano una cinta de medir. Su propósito es delimitar la ciudad para saber dónde debe ir la muralla que les proporcione seguridad a sus moradores. De repente, otro personaje aparece con la siguiente indicación: «Jerusalén va a ser de nuevo habitada, y serán tantos sus habitantes y ganados que no podrá tener murallas» (Zacarías 2: 4). Este mensaje era una buena noticia, ya que el pueblo de Dios sería innumerable y ningún límite geográfico podría contenerlo; además, el ganado también sería abundante. Pero ¿cómo podía resistir una ciudad sin murallas? En aquella época, eso era impensable.

Lo cierto es que esta profecía no se refiere solo a la ciudad de Jerusalén. En realidad, el mensaje se refiere a cómo será la Tierra Nueva. Allí no habrá necesidad de murallas, alarmas, perros guardianes ni múltiples candados. Además, la tierra será habitada por personas de todas las naciones, como dice Zacarías: «Cuando esto suceda, muchas naciones se unirán al Señor.

Y él dirá: «También estas naciones serán pueblo mío. Y yo viviré entonces entre ustedes»» (Zacarías 2: 11). El apóstol Juan reafirma lo dicho por el profeta Zacarías en Apocalipsis: «La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque la alumbra el resplandor de Dios, y su lámpara es el Cordero. Las naciones caminarán a la luz de la ciudad, y los reyes del mundo le entregarán sus riquezas» (Apocalipsis 21: 23-24). Habrá puertas, pero estas nunca se cerrarán.

La buena noticia es que desde ahora puedes asegurar tu ciudadanía en la Tierra Nueva. El apóstol Pablo dijo que todos los que tienen fe en Dios como Abraham se convierten en sus descendientes y en ciudadanos de la Jerusalén celestial. Pablo se refirió a Jerusalén como la ciudad de la libertad: «La Jerusalén celestial es libre, y nosotros somos hijos suyos» (Gálatas 4: 26). Allí seremos libres del mal y del pecado. ¿Quieres ser ciudadano de la Tierra Nueva?


Devoción Matutina: Siguiendo las huellas de los grandes personajes de la biblia
César Sánchez Murillo