Mi Recurso Adventista

Un banco de serpientes

13 de febrero | Devoción matutina: Un planeta maravilloso

«Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.» Mateo 6: 33, NVI.

Pregúntale a tu mamá o a tu papá dónde guardan su dinero. Posiblemente te dirán que lo guardan en el banco, como la mayoría de la gente.

Pero hace unos años, los bancos empezaron a cerrar en todo Estados Unidos. Si tenías dinero en el banco y el banco cerraba, tu dinero desaparecía para siempre. La gente estaba asustada, así que comenzaron a guardar su dinero en lugares donde pensaban que estaría seguro.

Muchos años después, cuando los bancos volvieron a ser seguros, la gente comenzó a descubrir escondites de dinero en lugares tan extraños como las paredes de casas viejas y abandonadas, o en latas enterradas en el patio. Un hombre llamado Marlin Perkins encontró un lugar muy particular para mantener su dinero a salvo.

Él trabajaba en el zoológico de San Luis. Empezó barriendo las aceras del zoológico. Luego, comenzó a trabajar limpiando las jaulas de los monos y, más adelante, en la construcción de un nuevo hogar para los reptiles.

El hábitat de las serpientes se diseñó para que se pareciera a los montes Ozark de Misuri. Había rocas calizas, plantas autóctonas, un estanque de agua y un mural pintado en la pared, que parecía una ladera rocosa.

Las serpientes cabeza de cobre son hermosas. Tienen un color cobrizo con bandas más oscuras a lo largo del cuerpo. Esta es la serpiente venenosa más común de Estados Unidos, aunque su mordedura no es tan tóxica como la de otras serpientes venenosas.

A Perkins le habían enseñado a respetar a las serpientes y a moverse por su hábitat sin que estas lo mordieran, así que decidió que el hogar de las serpientes cabeza de cobre era el lugar más seguro donde podría guardar su dinero. Una de las «rocas» huecas de piedra caliza de la jaula se convirtió en su «banco».

Con la jaula bien cerrada y nueve o diez serpientes cabeza de cobre viviendo allí, aunque alguien descubriera dónde estaba el dinero, ¡seguiría estando a buen resguardo!

¿Dónde guardas tú las cosas que quieres mantener seguras? Es bueno tener un lugar seguro, pero mucho mejor es confiar en Dios. Como dice el texto de hoy, Dios no quiere que nos preocupemos por el mañana, porque él cuida de nosotros.


Devoción Matutina: Un planeta maravilloso
Vicki Redden, Dee Litten Redd y Joelle Reed Yomada