Mi Recurso Adventista

Un anillo maravilloso

11 de febrero | Devoción Matutina: Decídete Hoy: Descubre el propósito de Dios para tu vida

«Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» (Mateo 22: 39)

Cuenta una leyenda que en la antigüedad vivía en el Oriente un noble que poseía un valiosísimo anillo de oro, que tenía la virtud de hacer que su poseedor fuera amado por Dios y por la gente. Este anillo había pasado del padre al hijo más amado por él durante varias generaciones, y cualquier hijo que lo heredara recibía además el poder y la riqueza de su padre.

El noble de esta historia tenía tres hijos a quienes amaba mucho. Sucedió que, en distintas ocasiones, sin acordarse de lo que había hecho, prometió el anillo a cada uno de sus hijos. Cuando se acercaba el momento de entregar el anillo, no sabía qué hacer, porque se lo había prometido a los tres. Así que pidió a un joyero experto que le hiciera otros dos anillos idénticos al original. Luego llamó a sus hijos uno por uno, los bendijo y les entregó el anillo. Después de eso el anciano murió.

Los hijos pronto descubrieron la astuta acción de su padre. Discutieron acerca de quién poseía el anillo auténtico. No pasó mucho tiempo antes de que toda la familia se viera envuelta en la disputa. Los tres hijos contrataron abogados y llevaron su caso de una corte a otra, porque ningún juez podía establecer la autenticidad de los anillos. Finalmente, llegaron a la corte suprema del país.

El juez, que conocía la virtud del anillo, preguntó: «¿Quién de ustedes es más amado por los otros dos?» . Los tres hermanos guardaron silencio. «Ya veo —continuó el juez—. Cada uno solo se ama a sí mismo y odia a sus hermanos. Esto significa que los tres anillos son falsos. El anillo auténtico se ha perdido, o por Lo menos ha perdido su virtud.

«Cada uno recibió un anillo de su padre, y cada uno cree que su propio anillo es el auténtico. Entonces regresen a sus hogares y vivan como si poseyeran el anillo auténtico, y enseñen a sus hijos a hacer lo mismo. Tarde o temprano todos podrán percibir el poder del anillo» .

Y tú, ¿necesitas algún estímulo externo para amar a otros? El amor solo puede ser fruto del Espíritu Santo en nuestro corazón (Gálatas 5: 22). Hoy es un buen día para amar a otros como Cristo los amó. ¿Aceptas el reto?


Devoción Matutina: Decídete Hoy: Descubre el propósito de Dios para tu vida
Sergio V. Collins