Mi Recurso Adventista

Te ubicas o te ubican

08 de enero | Devoción matutina: Virtuosa

«Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón.». Jesús

Se cuenta que Telly Savalas, el famoso actor estadounidense ya fallecido, viajaba una vez en avión cuando, a su lado, se sentó un hombre que lo reconoció inmediatamente.

—¿Me firmaría un autógrafo para mi hija? —le pidió el desconocido—. Ella es una gran admiradora suya.

—Más tarde —le dijo Telly Savalas, que no tenía ganas de hablar con nadie.

A la mitad del viaje, el desconocido volvió a insistir en que le gustaría mucho que le firmara un autógrafo para su hija, pero otra vez Telly Savalas cortó rápidamente la conversación diciéndole que “más tarde”, porque aún seguía sin tener ganas de que lo molestaran.

Cuando finalmente llegaron al destino, el desconocido no insistió. Savalas vio entonces que, en la pista, había mucha gente esperando la llegada del avión, y que estaban colocando una alfombra roja en el piso. Creyó que era para él, porque era un actor famoso, y que su visita a ese país era la gran cosa.

Hasta que vio que un escolta recogía al señor que estaba sentado a su lado, el mismo que le había pedido un autógrafo para su hija, y al que ahora escoltaban al bajar del avión y caminar sobre la alfombra roja mientras todos los demás (incluido Savalas) tenían que esperar sentados en sus asientos.

Aquel hombre que había viajado a su lado todo el rato era el rey de Jordania, y ahora Telly Savalas se daba cuenta de que había perdido la oportunidad de conversar largas horas con un rey. Se sintió humillado, aunque nadie nunca lo quiso humillar. La vida tiene estas formas curiosas de poner a cada uno en su sitio, y el lugar del orgulloso siempre será la humillación.

¿Cuál es tu lugar? ¿Esperarás a que la vida te dé una lección de este tipo, o te colocarás tú misma donde te corresponde tomando como referencia la Biblia? La Biblia dice que Cristo es humilde de corazón (ver Mat. 11:29). Cristo, con cuyo nombre nos identificamos al llamarnos “cristianas”, es humilde de corazón. Por eso, si quieres reflejar a Cristo, ser humilde es un requisito. No esperes que la vida te ubique a la fuerza.

La mujer cristiana no se cree más que nadie (ni menos tampoco); lucha contra la arrogancia porque sabe quién es en Cristo y, con la ayuda de Dios, sabe ubicarse con respecto a él. Humildad es reconocer quién es Dios, agradecerle por lo que nos da y saber apreciar el camino, el lugar y los talentos de los demás. Humildad es aprender de Aquel que es manso y humilde de corazón.

El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Mat. 23:12, RVR95).


Devoción Matutina: Virtuosa
Mónica Díaz