Mi Recurso Adventista

Shalom

01 de noviembre | Devoción matutina: Hija mía, no tengas miedo

«La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo». Juan 14: 27

Los discípulos estaban turbados por el anuncio de Jesús de que pronto los dejaría. Como Maestro y Padre los consoló, llamándolos «hijitos míos», un diminutivo cariñoso usado por los maestros judíos para sus alumnos. Les dio consejos e instrucciones para manejar exitosamente el miedo y la ansiedad: amarse unos a otros, creer en sus promesas, guardar los mandamientos y experimentar su paz. ¡Son indicaciones válidas para hoy también!

Sabiendo que enfrentarían severas tribulaciones, los animó a confiar y esperar en él. No les dijo lo que les acontecería, solo los invitó a confiar. Para confiar en Dios no necesitas saber qué pruebas enfrentarás; solo necesitas tener la seguridad de que, suceda lo que suceda, él está a tu lado. Haz lo que te pide, acepta su voluntad, y aprecia las sorpresas de la vida. Jesús les aseguró a los discípulos que iba a preparar un lugar. No solo te está preparando un hogar, también pasará la eternidad contigo. Mientras está lejos, hasta el día de su regreso, ha dejado su Espíritu, el Consolador, para trabajar a tu lado, contigo y por ti. El Espíritu Santo recordó a los apóstoles todas las verdades que Jesús les había enseñado. Si estudias tu Biblia, el Espíritu Santo te recordará sus palabras cuando las necesites y te persuadirá a cumplir la voluntad de Dios. El resultado de su obra en tu vida es una profunda y permanente paz: no la ausencia de conflictos, sino la paz que prevalece a pesar del conflicto. Esta paz impide que tengas miedo. Como bien sabes, el miedo es una de las armas favoritas del arsenal de Satanás para atacar a los cristianos, junto con la duda, la incertidumbre y la ansiedad. Sin embargo, la paz de Dios restringe esas fuerzas hostiles y te ofrece consuelo y fortaleza.

Reclama la promesa del Espíritu Santo de llenar tu vida de paz y mantén un espíritu dispuesto a recibirla. La palabra usada por Jesús en esta ocasión es equivalente al hebreo Shalom, un saludo y bendición de la época. También la usó para saludar después de la resurrección. Esta paz supera toda prueba y circunstancia. El miedo distrae y minimiza esa paz, por eso Jesús nos manda no tener miedo, para no perder esa bendición. El deseo de Jesús es que disfrutes de la tranquilidad del alma y de su gozo permanente. Es la mayor herencia que nos ha dejado a sus seguidores, porque él es el Autor, el Promotor y el Guardián de esa paz. Que tu corazón esté lleno de esa paz, y no quedará un solo rincón disponible para el miedo.


Devoción Matutina: Hija mía, no tengas miedo
Arsenia Fernández-Uckele