Mi Recurso Adventista

Salomón

05 de agosto | Devoción matutina: Siguiendo las huellas de los grandes personajes de la biblia

«Dame, pues, un corazón atento para gobernar a tu pueblo, y para distinguir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién hay capaz de gobernar a este pueblo tuyo tan numeroso?» (1 Reyes 3:9)

Salomón se convirtió en el tercer rey de Israel. Su nombre procede de la palabra hebrea shalom, que significa «paz». Por lo tanto, Salomón significa «pacífico». Esta cualidad lo distinguió como persona, así como a su reinado, pues no fue guerrero como su padre David. En el Sermón del Monte, Jesús lo mencionó como un ejemplo de esplendor respecto a cómo se vestía. La gente asociaba su nombre con la sabiduría. Además, todos lo reconocían como el constructor del templo, y uno de los pórticos del templo llevaba su nombre.

¿Cuál fue la clave de la sabiduría y la prosperidad de Salomón? La Biblia dice: «Amaba al Señor y cumplía las leyes establecidas por David, su padre» (1 Reyes 3: 3). Además, cuando Dios se le presentó en un sueño, Salomón admitió su inexperiencia para dirigir a Israel, así como su necesidad de depender del Señor. Afirmó: «Yo soy un muchacho joven y sin experiencia» (1 Reyes 3: 7). Y aunque él se consideró inexperto e insensato, mostró que no lo era del todo. ¿Por qué? Porque su actitud y su petición a Dios demostró sensatez. Él no pidió que Dios lo rodeara de gente sabía ni de riquezas, sino que él mismo tuviera la sabiduría y el discernimiento para reinar.

A Dios le agradó esa petición y le concedió no solo sabiduría, sino también riquezas. Se convirtió en un observador y estudioso de la naturaleza; fue biólogo, zoólogo, botánico, compositor, músico y poeta. Superó a todos los sabios de su época. Muchos venían de lugares lejanos para conocerlo y aprender de él (lee 1 Reyes 4: 29-34). Su sabiduría no se limitó a asuntos científicos, sino también a cómo conducirnos en la vida para que nos vaya bien.

En cualquier momento en tu vida que asumas una responsabilidad, no importa cuánto sepas, siempre será lo más sensato considerarte un «muchacho joven e inexperto» y pedirle a Dios la sabiduría que solo él puede darte, como hizo Salomón.


Devoción Matutina: Siguiendo las huellas de los grandes personajes de la biblia
César Sánchez Murillo