Mi Recurso Adventista

Odio, ¿por qué?

05 de enero | Devoción Matutina: El fascinante laboratorio De Dios

«Al darse cuenta sus hermanos de que su padre lo quería más que a todos ellos, llegaron a odiarlo y ni siquiera lo saludaban» (Génesis 37:4).

YO VIVÍA CON MI FAMILIA EN UN BARRIO DE LA PERIFERIA, Y solamente un autobús pasaba por allí. Cuando mis dos hermanas y yo perdíamos el AUTOBÚS no podíamos ir a la escuela, porque no volvería a pasar otro autobús hasta una hora y media después.

¿Cómo llaman al transporte público en tu ciudad? Un día, cuando íbamos de camino a la parada, vimos que el autobús había llegado antes de la hora. Agarradas de la mano, corrimos desesperadas por una carretera llena de baches. Sin embargo, cuando llegamos y golpeamos las puertas del autobús, el conductor nos ignoró y siguió su camino sin abrimos para que pudiéramos entrar.

Como siempre fuimos alumnas muy dedicadas, nos preocupábamos por no perder ninguna clase, por eso aún recuerdo esa triste caminata de vuelta a casa, a pesar de que solo tenía siete años. Tiempo después, mi hermana mayor fue a ayudar a una compañera que tenía dificultades con las matemáticas. Ella solía ayudara quienes se lo pedían, la muchacha miró sorprendida a los ojos de mi hermana, y le dijo: «¡Eres genial!», y le contó que aquel día que mi hermana había faltado a la escuela, ella y otros amigos habían planeado agredirla, debido al reconocimiento constante que los profesores le hacían. La muchacha se disculpó, y mi hermana se sintió aliviada. ¡Qué bueno que, finalmente, nada malo sucedió!

Los hermanos de José lo odiaban. Sentían que su padre lo amaba más a él que a ellos. Sabemos que el desenlace de la historia fue trágico. Cuando somos movidos por el odio, hacemos cosas que no le agradan a Dios. Sin embargo, así como Dios cuidó de José y de mi hermana, cuida de todos sus hijos. Pídele ayuda cuando te sientas mal por causa del odio. Dios puede librarte, antes de que ese mal domine tu vida.

¿Has experimentado el sentir rabia por alguien? Ora por la persona que ha sido el blanco de tu ira, y pídele a Dios que elimine de tu corazón incluso los restos de ese sentimiento.


Devoción Matutina: El fascinante laboratorio de Dios
Mayara Lustosa y Rodrigo Barbosa