Mi Recurso Adventista

Obediencia a prueba de fuego

10 de enero | Devoción matutina: Hija mía, no tengas miedo

«Y dijo: “No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único”». Génesis 22:12, RV60

Abraham había justificado sus acciones en dos ocasiones. Dios siempre nos da otra oportunidad de obedecer, ¡pero no esperemos que las pruebas se hagan insoportables para hacerlo!

«El sacrificio exigido a Abraham no fue solamente para su propio bien ni tampoco exclusivamente para el beneficio de las futuras generaciones; sino también para instruir a los seres sin pecado del cielo y de otros mundos. […] Por haber demostrado Abraham falta de fe en las promesas de Dios, Satanás lo había acusado ante los ángeles y ante Dios de no ser digno de sus bendiciones. Dios deseaba probar la lealtad de su siervo ante todo el cielo, para demostrar que no se puede aceptar algo inferior a la obediencia perfecta» (Patriarcas y profetas, cap. 13, p. 133).

Cualquier padre habría encontrado razones para no sacrificar a su hijo: La Biblia dice «no matarás»; El sacrificio de los hijos es una práctica pagana; Tal vez no fue Dios quien habló; Si Isaac muere, ¿cómo se cumplirá la promesa de ser padre de multitudes!; Los siervos vieron cuando subimos ambos, si y o bajo solo e Isaac aparece muerto, seré el principal sospechoso. Cuando no estamos listos para obedecer, la lista de excusas es interminable.

El corazón de Abraham estaba deshecho. Él había dudado del poder protector de Dios ante la gente de Gerar, ahora Dios probaba su obediencia. Sin aliento y desfalleciente, levanta el cuchillo, y entonces aparece un ángel en el escenario. La ofrenda fue completa, la disposición de Abraham de obedecer sin pedir explicaciones fue aceptada como una ofrenda de sacrificio.

«Los seres celestiales fueron testigos de la escena en que se probaron la fe de Abraham y la sumisión de Isaac. […] Todo el cielo presenció, absorto y maravillado, la intachable obediencia de Abraham. Todo el cielo aplaudió su fidelidad. Se demostró que las acusaciones de Satanás eran falsas. Dios declaró a su siervo: “Ya sé que temes a Dios [a pesar de las denuncias de Satanás], por cuanto no me has rehusado a tu hijo, tu único”» (Patriarcas y profetas, cap. 13, p. 133).

Muchas veces hacer lo correcto es supremamente doloroso, incomprensible, y va en contra de todo razonamiento y sentimiento. Si Abraham hubiera razonado, no habría obedecido.

Renueva hoy tu pacto de obediencia y temor a Dios, y el cielo volverá a aplaudir, esta vez a causa de tu fidelidad.


Devoción Matutina: Hija mía, no tengas miedo
Arsenia Fernández-Uckele