Mi Recurso Adventista

No hay «que» que valga

09 de octubre | Devoción Matutina: Carácter ser como Jesús y disfrutar de la eternidad

«Por eso Jehová, el Dios de Israel, dice: “Yo había prometido que tu casa y la casa de tu padre andarían siempre delante de mí»; pero ahora ha dicho Jehová: «Nunca haga yo tal cosa, porque yo honro a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco.»» 1 Sam. 2:30

Orígenes de Alejandría fue un padre de la iglesia muy influyente que vivió entre el siglo II y el III d.C. Pensaba que, al final de los tiempos, todas las personas serían salvas porque Dios es tan bueno que no va a permitir que nadie se pierda. Hoy, a esa manera de pensar, se la denomina «universalismo». Es un error. ¿Por qué? Porque no considera la libertad de las personas para decidir si desean o no ser fieles a Dios. Por otro lado, imagina que alguien impío viviera para siempre en un lugar sin pecado. Sería un verdadero «infierno» que una persona que odia a Dios estuviese eternamente con él.

Dios es bueno pero también es justo. Dios nos quiere muchísimo pero, por eso, no deja de ser Dios. Y desea que tengamos claro ese concepto. Merece el respeto que le otorga su condición de igual manera que nosotros merecemos el respeto que corresponde a nuestra condición. Nosotros anhelamos ser respetados porque encontramos en esa actitud una relación natural. Dios anhela que se le respete porque, curiosamente, nosotros necesitamos esa actitud para comprender cómo van las cosas, cómo funciona el universo.

Hay un texto en Ezequiel 18: 24 que nos debiera hacer reflexionar. Es uno de los versículos en la Biblia en los que más aparece la partícula «que». Dice: «Pero si el justo deja de hacer su justicia, realiza lo malo y actúa conforme a todas las aberraciones que hace el impío, ¿vivirá? ¡Ninguna de las cosas justas que hizo le serán tenidas en cuenta! Por su infidelidad que realizó, por el pecado que cometió, por ello morirá.» ¡Vaya! No parece que el Señor se tome en broma que lo tomemos a broma. El asunto es muy serio. No hay «que» que valga.

Cuando era pequeño y hacía algo mal, en muchas ocasiones intentaba excusarme. Recuerdo una frase de mi madre que era contundente: «No hay “pero” que valga.» O sea, no hay excusa que justifique lo malo. Si la hubiera, no sería malo. En el texto de Ezequiel se aclara esta cuestión, no importa lo que hiciste, aunque fuera muy bueno, si te apartas de la conducta adecuada. Y no es tanto por lo que hagas o dejes de hacer [que indudablemente te afecta], sino porque al dejar de respetarle sales del espacio de protección de Dios.

No nos demos a engaño, Dios es el ser más bondadoso del universo pero es Dios. Mucho respeto.


Devoción Matutina: Carácter ser como Jesús y disfrutar de la eternidad
Víctor M. Armenteros