Mi Recurso Adventista

Mientras duermes, Jesús te cuida

24 de abril | Devoción matutina: Un rayito de luz para cada día

«Yo me acuesto tranquilo y me duermo en seguida, pues tú, Señor, me haces vivir confiado». Salmo 4:8

Estábamos viviendo en Filipinas y nuestro hijo estaba regresando a Chile solo, para comenzar sus estudios universitarios. El viaje era largo ya que debía atravesar la mitad del mundo. En uno de los tramos de su viaje, tuvo un atraso en un vuelo que afectaba al siguiente vuelo, con riesgo de perder el avión. La línea área no quería hacerse cargo de esto y allí comenzó el problema. Mi esposo y yo, justo antes de que nuestro hijo embarcara su avión, comenzamos a orar y empezaron las llamadas para tratar de solucionar las cosas. Después de muchas llamadas, de conversaciones con varias personas de la aerolínea y de casi doce horas de angustia, cambiaron su siguiente vuelo. Cuando mi hijo aterrizó todo estaba solucionado, solo tomó sus maletas y se cambió de avión con toda calma y paz. Después nosotros le preguntamos a nuestro hijo qué hizo en el viaje, y él nos contó que durmió, vio películas y descansó. Y yo me reí al escuchar su respuesta, ya que nosotros habíamos estado toda la noche sin dormir, intentándolo todo por solucionar su problema. 

Este incidente me dejó algunas enseñanzas que quiero compartir contigo. Nuestro Padre celestial siempre está preocupado por ti, porque te ama inmensamente. Él se preocupa por tu vida, lo que estás viviendo en el colegio, en casa, con tus amigos… Él ve si estás sufriendo acoso, si estás angustiado porque hay muchas peleas en casa, si estás triste… Y muchas veces, mientras tú duermes o solo haces tus cosas distraídamente, Dios y sus ángeles están haciendo todo lo posible ¡y lo imposible! por solucionar tus problemas; te están protegiendo del mal y están facilitando tu camino para evitar que sufras. 

Muchas veces ni siquiera alcanzamos a saber todas las cosas que Dios y sus ángeles hacen por amor a nosotros. Lo impresionante de esto es que muchas personas son indiferentes e incluso desagradecidas para con Dios, se quejan y lo niegan siendo irreverentes de maneras muy desafiantes y tristes. El ser reverentes ante Dios significa estar agradecidos por sus bondades, significa valorar su sacrificio de amor al morir en la cruz y valorar cada detalle que hace cada día porque nos ama. Su único interés es que seamos salvos y vivamos felices. ¡Gracias, Señor! 

Nina 


Devoción Matutina: Un rayito de luz para cada día
Ninayette Galleguillos Triviño