Mi Recurso Adventista

Miedo a la muerte

17 de septiembre | Devoción matutina: Hija mía, no tengas miedo

«El ángel dijo a las mujeres: “No tengan miedo. Yo sé que están buscando a Jesús, el que fue crucificado”». Mateo 28:5

Las mujeres que acompañaron a Jesús durante su ministerio no lo abandonaron ni aun después de muerto. Prepararon especias aromáticas para ungirlo y, tras reposar el sábado, fueron temprano en la mañana al lugar donde estaba enterrado. Acordaron reunirse en el lugar de la tumba. María Magdalena llegó primero (ver Juan 20: 1, DTG, cap. 82, p. 748). ¿Cómo pensaba remover la piedra que los guardias romanos habían colocado para asegurar la tumba? (ver Marcos 16: 3). Cuando actúas por fe, no hay obstáculos que puedan limitar tu misión. Haz tu parte, Dios hace el resto. Un ángel vino y movió la piedra (ver Mateo 28: 2). María Magdalena corrió a avisar a los discípulos (ver Juan 20: 2).

Las demás mujeres, María, la madre de Jacobo, Salomé y Juana (ver Marcos 16:1) llegaron al lugar acordado. María Magdalena regresó a encontrarse con sus amigas, cuando vieron al ángel que había resucitado a Jesús sentado sobre la piedra removida (Mateo 28: 2). El ángel les dio el mensaje de resurrección y las comisionó para anunciarlo. Su dedicación fue premiada.
Su esfuerzo no fue en vano. Tu labor puede ser que parezca ignorada por las personas que te rodean, pero serás ciertamente recompensada por Dios mismo, de maneras que ni imaginas.

Sin demora, las mujeres salieron gozosas a dar el informe a los discípulos: «¡Ha resucitado, ha resucitado! Las mujeres repiten las palabras vez tras vez. Ya no necesitan las especias para ungirle. El Salvador está vivo, y no muerto. Recuerdan ahora que cuando hablaba de su muerte, les dijo que resucitaría. ¡Qué día es este para el mundo! Prestamente, las mujeres se apartaron del sepulcro y “con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos”» (DTG, cap. 82, p. 748). De nuevo, el miedo inicial se transformó en temor reverente y gozo indescriptible: «Ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las buenas nuevas a sus discípulos» (Mateo 28: 8).

¿Has experimentado la muerte de un ser amado? No será por mucho tiempo. Jesús resucitado es la esperanza de todo cristiano: «No lloréis como los que están sin esperanza ni ayuda. Jesús vive, y porque vive, viviremos también. Brote de los corazones agradecidos y de los labios tocados por el fuego santo el alegre canto: ¡Cristo ha resucitado! Vive para interceder por nosotros. Aceptad esta esperanza, y dará firmeza al alma como un ancla segura y probada. Creed y veréis la gloria de Dios» (DTG, cap. 82, p. 752).

Esconde tu vida en Jesús, y no tendrás miedo ni aun a la muerte.


Devoción Matutina: Hija mía, no tengas miedo
Arsenia Fernández-Uckele