Mi Recurso Adventista

La teoría de las ventanas rotas

10 de marzo | Devoción matutina: Un rayito de luz para cada día

«Por lo tanto, cuiden mucho su comportamiento. No vivan neciamente, sino con sabiduría». Efesios 5:15

En el año 1969, el profesor Zimbardo, de la Universidad de Stanford, realizó un experimento interesante. Dejó dos automóviles abandonados en la calle, eran idénticos, de la misma marca, modelo y hasta color. Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York; y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California.

El automóvil abandonado en el Bronx comenzó a ser vandalizado en pocas horas. Perdió las llantas, el motor, los espejos, la radio… En cambio, el automóvil abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto. Sin embargo, el experimento no finalizó ahí. Cuando el automóvil de Palo Alto llevaba una semana impecable, los investigadores le rompieron un vidrio. El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx: el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que el del barrio pobre.

¿Por qué un vidrio roto en un automóvil abandonado, en un vecindario supuestamente seguro, es capaz de disparar todo un proceso delictivo? Un vidrio roto en un automóvil abandonado transmite una idea de irresponsabilidad y desinterés, y eso rompe códigos de convivencia, dando la idea de que «vale todo». Si se rompe un vidrio de la ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás. Si los parques y otros espacios públicos son dañados y nadie los arregla, se asienta la idea de que se los puede seguir destruyendo.

La teoría de las ventanas rotas fue aplicada pero a la inversa en el metro de Nueva York, que se había convertido en el punto más peligroso de la ciudad. Se comenzó borrando grafitis, restaurando pisos y paredes y manteniendo la estación limpia. ¡Los resultados fueron maravillosos! Poco a poco, el metro se convirtió en un lugar seguro.

¿Qué podemos aprender de este experimento? Que si todos somosresponsables por mantener nuestro hogar, nuestra escuela, plazas y parques en buenas condiciones, incentivaremos en los demás el sentido de responsabilidad por el cuidado de los espacios comunes. Por ello, no seas irresponsable, no tires basura en la vía pública, no escribas paredes ni bancos, no rompas nada; y si notas que alguien lo hace, colabora para limpiar y restaurar. ¡Pon en práctica el versículo de hoy!

Gabriela


Devoción Matutina: Un rayito de luz para cada día
Grabiela Ruth Brizuela de Graf