Mi Recurso Adventista

La salvación como una subasta

24 de octubre | Devoción matutina: Hija mía, no tengas miedo

«Pero el otro criminal protestó: “¿Ni siquiera temes a Dios ahora que estás condenado a muerte?”». Lucas 23:40, NTV

Alguien comparó la salvación con una subasta: cualquier movimiento es tomado como el acto de hacer una oferta. Una vez, estando en una subasta, mi esposo hizo señales para llamar a su hija; inmediatamente el subastador gritó: «¡Vendido!». Jesús ofrece la salvación, y quien haga el mínimo movimiento de fe la obtendrá. El malhechor que acompañaba a Jesús en la cruz experimentó esta realidad salvadora. Mientras dirigentes religiosos corruptos sentenciaban a muerte a Jesús, los discípulos huían por miedo y los soldados se burlaban, este hombre declaró que Jesús era Dios: «¿Ni siquiera temes tú a Dios?» (Lucas 23:40, RV2015). Confesó sus pecados: «Nosotros justamente padecemos». Predicó: «Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas este ningún mal hizo» (vers. 41). Manifestó esperanza en un reino venidero: «Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino», expresando así su fe en la resurrección (vers. 42). «El ladrón rogó con fe, con arrepentimiento, con contrición. […] La esperanza [expresada] en su voz se mezcló con angustia al darse cuenta de que si el Salvador no quería, estaba perdido, eternamente perdido. Confió en Jesucristo su cuerpo y su alma desvalidos» (CBA, t. 5, p. 1099).

La promesa de Jesús a este hombre es motivo de discusión. ¿Fue trasladado al cielo ese día, o la promesa se cumpliría después? Dicen que el problema es dónde va la coma: «De cierto te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso», o «De cierto te digo hoy, estarás conmigo en el paraíso». ¡En el griego no existen comas! Lo cierto es que, según el texto griego, el adverbio “hoy” podría modificar tanto al verbo “digo” como al verbo “estarás”» (ibid., p. 855). ¿Fue Jesús al paraíso ese día? Cuando se encontró con María al tercer día, luego de la resurrección, afirmó: «Aún no he subido a mi Padre» (Juan 20: 17). Jesús no fue al paraíso el día que le hizo la promesa al ladrón, sino que la promesa se cumpliría cuando los muertos en Cristo resuciten (1 Tesalonicenses 4:16).
«Entre los redimidos habrá algunos que se habrán aferrado de Cristo en las últimas horas de su vida, y se darán instrucciones en el cielo a los que, cuando murieron, no entendían perfectamente el plan de salvación. Cristo guiará a los redimidos hasta el río de la vida, y les explicará lo que en esta tierra no pudieron entender» (MS, t. 1, p. 307).

¡El ladrón en la cruz obtuvo la salvación! No le importó cuándo Jesús lo llevaría al reino; murió con la promesa, y eso fue suficiente.


Devoción Matutina: Hija mía, no tengas miedo
Arsenia Fernández-Uckele