Mi Recurso Adventista

La palabra es… «Resiliencia»

14 de febrero | Devoción Matutina: El fascinante laboratorio De Dios

«Doy gracias a aquel que me ha dado fuerzas, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me ha considerado fiel y me ha puesto a su servicio.» (1 Timoteo 1:12)

¿HACEMOS EL EXPERIMENTO DE HOY?

Necesitarás una bolsa de plástico transparente, cierre hermético, agua y varios lápices (que estén con buena punta). En primer lugar, llena la bolsa con agua y cierra la abertura. A continuación, perfora la bolsa de plástico con un lápiz por vez, con cuidado, y atraviesa la bolsa hasta que cada lápiz salga por el otro extremo.

Observa que el agua no se sale del interior del recipiente. ¿Por qué crees que esto ocurre? Al estar formado por polímeros largos, el plástico resiste a la presión del lápiz, acomodándose a su forma y sellando el paso del agua. ¿No es increíble?

En las ciencias físicas, el término resiliencia se utiliza para describir la capacidad de un material de retornar a su estado normal tras ser sometido a una presión. Aunque, en el caso del experimento, la bolsa de plástico estaba perforada, siguió reteniendo el agua sin gotear. Esto es lo que ocurre cuando tenemos resiliencia: pasamos por pruebas y, sin embargo, nos mantenemos firmes, llenos de fe y esperanza en la ayuda divina.

En el campo de la psicología, la resiliencia es el potencial que demuestran las personas para superar obstáculos. Pablo fue uno de los hombres más resilientes descritos en la Biblia.

Fue apedreado, azotado, encarcelado, perseguido y acusado injustamente; se enfrentó a un naufragio, fue mordido por una víbora e incluso padecía de una enfermedad desconocida. Quizá te estés preguntando cómo pudo resistir todo eso. Vuelve a leer el versículo de hoy y resalta el nombre de quien lo fortaleció.

¿Cuáles son tus sufrimientos? ¿Qué dolor has atravesado? CRISTO ES LA PRINCIPAL FUENTE DE RESILIENCIA Y promete estar siempre a tu lado, como lo estuvo con Pablo.

RESILIENCIA = SUPERACIÓN = FUERZA = RESISTENCIA


Devoción Matutina: El fascinante laboratorio de Dios
Mayara Lustosa y Rodrigo Barbosa