Mi Recurso Adventista

La bendición de confiar en Dios

17 de septiembre | Devoción matutina: Siguiendo las huellas de los grandes personajes de la biblia

«Bendito el hombre que confía en mí, que pone en mí su esperanza» (Jeremías 17: 7)

La Biblia nos advierte de que no confiemos en las personas, pues la mayoría son inestables, traicioneras, falsas y oportunistas. Según el profeta Jeremías, aquel que pone su confianza en el ser humano es como una zarza del desierto, descuidada y aislada (lee Jeremías 17: 5, 6).

Por otra parte, el profeta dice que el ser humano que confía en Dios es como un árbol plantado a la orilla de un río al cual no le falta nada: tiene agua, sol y aire (lee Jeremías 17: 7, 8). Cuando confiamos en Dios somos como un árbol plantado por el Jardinero divino quien lo cuida y sustenta. En los momentos desafiantes de la vida, «cuando llegan los calores», el Señor lo protege, pues le da su sombra. «En tiempo de sequía no se inquieta» porque Dios le transmite paz. «Nunca deja de dar fruto», es decir, siempre prospera, todo le sale bien, porque Dios lo guía. Dios no te busca egoístamente como hace el ser humano, sino para que logres tus buenos propósitos y para salvarte.

El profeta Jeremías se sentía decepcionado por la insistencia del pueblo en confiar en dioses de fabricación humana en vez de en Dios. Igualmente, los reyes se caracterizaron por depender de alianzas con las naciones vecinas para impedir que Babilonia los conquistara, en vez de confiar en el Señor. Todo resultó en vano. Finalmente, fueron conquistados por Babilonia. Aunque aquellos que confiaran en Dios siempre iban a dar fruto, ya fuera en Jerusalén o en Babilonia.

El profeta Jeremías también nos advierte sobre colocar nuestra confianza en las riquezas, pues muy pronto acabaremos desilusionados (lee Jeremías 17: 11). Jeremías concluye diciendo que solo Dios es digno de confianza: nadie quedará defraudado, desilusionado o avergonzado por colocar su fe en Dios. ¿Qué vas a hacer tú?


Devoción Matutina: Siguiendo las huellas de los grandes personajes de la biblia
César Sánchez Murillo