Mi Recurso Adventista

«Hijos de Dios por la fe»

08 de agosto | Devoción Matutina: A Fin de Conocerle

«Ahora que ha venido la fe, ya no estamos bajo un guía, porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús» (Gálatas 3: 25, 26).

En cierta ocasión Arthur Schopenhauer, el célebre filósofo alemán del siglo XIX estaba sentado en un parque de la ciudad de Frankfurty, debido a su pésimo arreglo físico, uno de los guardias del parque supuso que el intelectual era un vagabundo. Con un tono no muy amigable, el guardia le preguntó: «¿Quién eres?». Con el pesimismo que le caracterizaba, Schopenhauer le respondió: «Ojalá lo supiera».

¿Quiénes somos?

John Stott cita un resumen preparado por Keith Thomas de las respuestas que se han dado a dicha pregunta:

«Señala Thomas que el ser humano fue descrito por Aristóteles como un animal político, por Thomas Willis como un animal que ríe, por Benjamín Franklin como un animal que hace herramientas, por Edmund Burke como un animal religioso y por James Boswell, el gastrónomo, como un animal que cocina».

Al parecer, todos coinciden en ver al ser humano como un animal.

Una vez más, preguntémonos: ¿Quiénes somos? Creo que dicha pregunta merece una respuesta contundente. Y la mejor respuesta la dará el que mejor nos conoce: nuestro Creador.

Hace miles de años que el patriarca Job se preguntó: «¿Qué es el hombre para que lo engrandezcas, para que pongas en él tu corazón y lo visites todas las mañanas?» (Job 7:17, 18). A pesar de las pruebas, cuando la tormenta arrecia y el panorama se torna sombrío, Job se concibe como alguien que ocupa un lugar privilegiado en el corazón de Dios y es el objeto del escrutinio divino. Quizá para mucha gente no vales nada, para otros tal vez seas un simple animal, alguien incluso podrá llegar a pensar que eres un vagabundo, y puede que ni tú mismo seas capaz de entenderte y valorarte; pero con independencia de todo eso, el Dios del cielo ha decidido centrar toda su atención en ti. Nuestro Creador se deleita en estar pendiente de cada uno de sus hijos.

Así que cuando te pregunten quién eres puedes decir: «Soy la persona que está grabada en el corazón del Creador». Eres «la niña de sus ojos» (ver Zacarías 2: 8), el que fuiste «comprado por precio» (ver 1 Corintios 6: 20), el «especial tesoro» del Señor (Éxodo 19: 5). Y todos juntos a una voz podemos decir que somos «hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús» (Gálatas 3: 26).

*John Stottt, El cristiano contemporáneo (Grand Rapids, Michigan: Nueva Creación, 1995), p. 33


Devoción Matutina: Yo estoy contigo promesas bíblicas para vivir confiados
J. Vladimir Polanco