Mi Recurso Adventista

Hija de Abraham

07 de enero | Devoción matutina: Virtuosa

«El orgullo de los mediocres consiste en hablar siempre de sí mismos; el orgullo de los grandes, en no hablar nunca de ellos mismos». Voltaire

«Enseñaba Jesús en una sinagoga en sábado, y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada y en ninguna manera se podía enderezar. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: “Mujer, eres libre de tu enfermedad”. Puso las manos sobre ella, y ella se enderezó al momento y glorificaba a Dios. Pero el alto dignatario de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiera sanado en sábado, dijo a la gente: “Seis días hay en que se debe trabajar; en estos, pues, venid y sed sanados, y no en sábado”. Entonces el Señor le respondió y dijo: “¡Hipócrita!, ¿no desatáis vosotros vuestro buey o vuestro asno del pesebre y lo lleváis a beber en sábado? Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en sábado?”» (Luc. 13:10-16, RV95).

«Hija de Abraham». Esta es la única vez en la Biblia que se usa la frase en femenino, y quien la dice es Jesús mismo. En masculino la usan los escribas y los fariseos, «dignatarios» judíos que se creían especiales por nacimiento; y la usan para referirse a ellos mismos, porque estaban orgullosos de su estatus religioso. Pero Jesús ni una sola vez los llamó a ellos «hijos de Abraham»; nunca les reconoció ese estatus. Jesús sí usó la frase «hijo de Abraham» en masculino, pero una sola vez (ver Luc. 19: 9), y fue para referirse a Zaqueo, a quien, paradójicamente, los dirigentes consideraban traidor y ladrón.

En las dos únicas ocasiones registradas en la Biblia en las que Jesús llamó a alguien «hijo/hija de Abraham» se encierra un mensaje maravilloso y tan pertiente y oportuno hoy como lo era entonces: no hemos de considerar a una mujer poca cosa porque esté enferma, sea anciana, pobre y sin estudios, o porque no tenga cargos en la iglesia, ya que tal vez sea una mujer de fe. No hemos de considerar a un hombre poca cosa porque, a causa de su ignorancia, no viva aún de acuerdo a los principios del reino, si su corazón es terreno propicio para el evangelio. Dios, cuyos tiempos son distintos a los nuestros, está obrando en todos los que tienen un anhelo profundo de fe y salvación, y el fruto se verá.

Creerse algo dentro de la iglesia, tener «orgullo cristiano», es contrario al auténtico cristianismo. Para Cristo, «hija de Abraham» no es cualquiera que se dice cristiana, sino aquella mujer que, aunque no habla apenas de sí misma y está poco valorada socialmente, cree de verdad en el Hijo de Dios.

«Y a esta tu hija de Abraham, […] ¿no se le debía desatar de esta ligadura?» (Luc. 13:16, RV95).


Devoción Matutina: Virtuosa
Mónica Díaz