Mi Recurso Adventista

Guarda mis labios

21 de enero | Devoción Matutina: Decídete Hoy: Descubre el propósito de Dios para tu vida

«Toma control de lo que digo, oh Señor, y guarda mis labios.» (Salmo 141: 3, NTV.)

El físico francés Blaise Pascal escribió en sus Pensamientos: «Nadie habla de nosotros en nuestra presencia, del mismo modo que en nuestra ausencia. La sociedad

humana se basa en el engaño mutuo. Pocas amistades durarían si supiéramos [o que nuestros amigos dicen de nosotros en nuestra ausencia. […] Si todos supieran lo que cada uno dice del otro, no habría cuatro amigos en el mundo» .

Tal vez consideres que Pascal era demasiado pesimista, pero sin lugar a duda la mayoría de [as personas debería tener más cuidado con lo que dice. Por tanto, cuando te sientas tentado a la murmuración, a compartir una confidencia o a repetir un falso rumor, detente y ruega al Señor: «Guarda mis labios» .

Cierta madre ayudó a su hija de ocho años a comprender la importancia de guardar una confidencia mediante una comparación con algo tangible. La niña había escuchado que la señora Ruiz le contaba a su madre un serio problema familiar. Luego que la vecina salió, su mamá le dijo:

—Si la señora Ruiz hubiera dejado su monedero aquí, ¿se lo daríamos a otra persona?

—¡Por supuesto que no! —contestó la niña.

—La vecina nos ha dejado algo más precioso que su monedero —añadió [a madre—, un secreto que puede hacer infeliz a la gente. Esta confidencia no es nuestra para que podamos dársela a cualquiera; pertenece a la señora Ruiz, aun cuando la haya dejado aquí. Por eso no se la daremos a nadie, ¿entiendes?

La pequeña entendió, y esa clara lección le sirvió para toda la vida. Comprendió que una confidencia o un secreto dicho por un amigo le pertenecen siempre a él, y nunca se sintió en libertad para comunicarlos a otros.

David también comprendió esto. No obstante, sabía que por sí mismo era incapaz de dominar su lengua, ya que «nadie ha podido dominar [a lengua. Es un mal que no se deja dominar y que está lleno de veneno mortal» (Santiago 3: 8). Por eso rogó: «Toma control de lo que digo, oh Señor, y guarda mis labios» . Esta también puede ser tu oración, y al hacerla recibirás ta ayuda divina para vencer, ¿te gustaría poner tus palabras en las manos de Dios?


Devoción Matutina: Decídete Hoy: Descubre el propósito de Dios para tu vida
Sergio V. Collins