Mi Recurso Adventista

El temor y el miedo

02 de enero | Devoción matutina: Hija mía, no tengas miedo

«El temor y el miedo a ustedes estarán en todo animal de la tierra, en toda ave de los cielos, en todo lo que se mueva sobre la tierra, y en todos los peces del mar. Quedan en las manos de ustedes». Génesis 9:2, RVC

«Puesto que el pecado, con sus consecuencias, había debilitado el vínculo de sujeción de parte de los animales a la voluntad del hombre, de allí en adelante tan solo por la fuerza él podría regir sobre ellos, mediante ese “miedo” que Dios ahora inculcó en la creación animal» (Comentario bíblico adventista, t. 1, p. 275).

Qué herencia más triste. El miedo de Adán y su deseo de esconderse ha sido heredado por los animales. Ayer notamos que el miedo fue la primera emoción humana manifestada, que fue expresada por Adán justamente después de pecar y darse cuenta de su condición desnuda. Ese miedo fue entonces traspasado a los animales.

El pecado deterioró la sujeción de los animales a la voluntad del hombre. En lo sucesivo, sería por medio de la fuerza que el hombre podría gobernar sobre ellos. La naturaleza se había separado tanto del ser humano que era necesario intimidar a los animales para sujetarlos. Sin embargo, los animales se rebelarían de tal modo contra tal forzada sujeción que atacarían al hombre mismo en algunas ocasiones. Pero normalmente las criaturas inferiores instintivamente tendrían miedo, evitarían y huirían de la presencia humana.

El texto de hoy menciona el temor y el miedo. A través del estudio del miedo en la Biblia, notaremos que el miedo es un sentimiento de angustia, de inadecuación ante una situación presente, un deseo de huir ante una situación amenazante. Por otro lado, el temor está más relacionado con la reverencia, la sumisión voluntaria, el respeto, un deseo de obedecer a un ser superior. El deseo de Dios de que la naturaleza animal reverencie y respete a la raza humana será cumplido en la tierra nueva. Qué hermoso será ese día en que ese abismo entre los animales y el hombre sea eliminado, en que podamos jugar con los leones y pasearnos en los lomos de un hipopótamo. «Cuando llegue ese día, el lobo y el cordero se llevarán bien, el tigre y el cabrito descansarán juntos, el ternero y el león crecerán uno junto al otro y se dejarán guiar por un niño pequeño» (Isaías 11: 6, TLA).

Visualiza hoy ese hermoso día en que los animales y los seres humanos haremos la paz para siempre.


Devoción Matutina: Hija mía, no tengas miedo
Arsenia Fernández-Uckele