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El reino reprobado

29 de septiembre | Devoción matutina: Siguiendo las huellas de los grandes personajes de la biblia

«En aquel momento apareció una mano de hombre que, a la luz de los candiles, comenzó a escribir con el dedo sobre la pared blanca de la sala. Al ver el rey la mano que escribía se puso pálido» (Daniel 5:5, 6).

El rey Belsasar, nieto de Nabucodonosor, organizó una gran fiesta con más de mil invitados. Ordenó que trajeran los vasos de oro sagrados que Nabucodonosor había traído del templo de Jerusalén. Y en ellos bebieron alcohol mientras adoraban a sus dioses. De tal manera que Belsasar desobedeció la orden de Nabucodonosor en cuanto a honrar solo al Dios verdadero (lee Daniel 4: 34-35).

Durante la fiesta, una mano misteriosa apareció en la pared para escribir un mensaje importante. El rey convocó a los sabios para que le dijeran qué decía ese mensaje. Aunque ellos pudieron leer el mensaje, no fueron capaces de interpretarlo. Entonces la reina madre le recordó a Belsasar lo que Daniel había hecho en el pasado y cómo el espíritu de Dios le revelaba el significado de los sueños y resolvía los asuntos complicados del reino.

Entonces llevaron a Daniel ante el rey, y le dijo: «Su Majestad se ha burlado del Señor del cielo mandando traerse a la mesa las copas y tazones del templo, y, junto con sus invitados, ha bebido vino en ellos y ha dado alabanza a dioses hechos de oro, plata, bronce, hierro, madera y piedra; dioses que no ven, ni oyen, ni saben nada. En cambio, no ha alabado al Dios en cuyas manos está la vida de Su Majestad y de quien depende todo lo que haga. […] Por eso, él envió la mano que escribió esas palabras, MENÉ, MENÉ, TEKEL y PARSÍN, las cuales significan lo siguiente: MENÉ: Dios ha medido los días del reinado de Su Majestad, y le ha señalado su fin; TEKEL: Su Majestad ha sido pesado en la balanza, y pesa menos de lo debido; PARSÍN: el reino de Su Majestad ha sido dividido, y será entregado a medos y persas» (Daniel 5: 23-28).

En pocas palabras, el Imperio babilónico había llegado a su fin, tal y como Dios había dicho que pasaría a través del sueño de Nabucodonosor (lee Daniel 2). Recuerda que Dios aborrece la idolatría, la autosuficiencia y el alcohol.


Devoción Matutina: Siguiendo las huellas de los grandes personajes de la biblia
César Sánchez Murillo