Mi Recurso Adventista

El profeta enojado

16 de octubre | Devoción matutina: Siguiendo las huellas de los grandes personajes de la biblia

«Así que oró al Señor, y le dijo: «Mira, Señor, esto es lo que yo decía que iba a pasar cuando aún me encontraba en mi tierra. Por eso quise huir deprisa a Tarsis, pues yo sé que tú eres un Dios tierno y compasivo, que no te enojas fácilmente, y que es tanto tu amor que anuncias un castigo y luego te arrepientes»» (Jonás 4: 2).

Después de todo, ¿por qué no quería obedecer el profeta? ¿Será acaso porque Nínive era una ciudad considerablemente grande que se necesitaban tres días para recorrerla? ¿O acaso se sentía intimidado por sus ciento veinte mil habitantes? ¿Temía que lo tomaran como prisionero? En realidad, la razón primordial consistía en que no le parecía adecuado predicarles a quienes eran enemigos de Israel.

Jonás demostró conocer muy bien las características de Dios según él mismo las menciona en el versículo de hoy, lo que no sabía era que el mensaje de salvación era para todo el mundo. Las palabras de este versículo son parte de una oración. Una oración muy diferente a la que pronunció mientras estaba en el interior del gran pez. Entonces había orado con desesperación por su salvación, en cambio, en esta oración demuestra sus sentimientos más profundos: enojo, insatisfacción, desinterés y hasta anhelo de morir. Paradójicamente, elevó su mejor oración desde el peor lugar, pero pronunció su peor oración desde la comodidad.

Jonás predicó a la gente para que se arrepintiera, pero él mismo no se había arrepentido. Con su actitud pasiva demostró el egoísmo de su corazón, pues él estaba bien, pero no quería que los ninivitas lo estuvieran. Incluso, Dios contribuyó para su comodidad al proveerle una planta que le daba sombra, pero al siguiente día dispuso que la planta se secara. Entonces Jonás estalló en ira. Y Dios vio la oportunidad para enseñarle a Jonás que más importante que su planta eran las personas y los animales de Nínive.

Dios se interesa por todos: ancianos, adultos, jóvenes, niños e incluso los animales; y desea que nosotros compartamos el mensaje de salvación con todos. Por lo tanto, no seas un espectador, es mejor participar en la proclamación del evangelio a los demás.


Devoción Matutina: Siguiendo las huellas de los grandes personajes de la biblia
César Sánchez Murillo