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El miedo de María

04 de octubre | Devoción matutina: Hija mía, no tengas miedo

«El ángel le dijo: “No tengas miedo, María, porque Dios está contento contigo”». Lucas 1: 30, PDT

Seis meses después del anuncio del nacimiento de Juan, el ángel Gabriel se le apareció a María para anunciar el nacimiento de Jesús. María vivía en Nazaret, un pueblo multirracial, mayormente de gentiles y soldados romanos. María era virgen y estaba comprometida para casarse. Si el anuncio se hubiese dado a una muchacha que no estaba comprometida, no se hubiese podido casar, y Jesús no habría tenido padre terrenal. Si ya hubieran estado casados, María y José hubieran considerado a Jesús como su propio hijo y hubiera sido imposible demostrar su concepción virginal. El momento del anuncio fue elegido por Dios y, por lo tanto, perfecto. El riesgo era que José decidiera no casarse, por eso el ángel lo advirtió también a él. María fue honrada más que nadie en el mundo: una mujer introdujo el pecado en el mundo, y mediante una mujer Dios traería el Salvador al mundo.

El ángel la saludó: «Salve», que significa regocíjate, eres escogida para una misión exclusiva (Lucas 1: 28). María era joven, pobre y mujer, características que no se consideraban dignas de un llamado divino. Por eso el ángel enfatizó:

«No temas, porque has hallado gracia delante de Dios» (vers. 30). Es natural sentirse indigna de un llamado, pero no limites el poder de Dios en tu vida. Él desea que realices una gran misión. Es normal sentir temor. Cuando lo sobrenatural toca lo natural, siempre lo acompaña un temor reverente.

María era virgen, apenas estaba haciendo los preparativos para su boda, y le dijo el ángel que concebiría un hijo sin intervención humana. ¿Quién iba a creer semejante noticia? Pudo haberse negado a aceptar el llamado a fin de evitar el escándalo, la mayor desgracia para una joven judía, digna de pena de muerte por apedreamiento. Ser elegida para ser la madre de Jesús le traería mucho dolor e incomprensión. Ser escogida por Dios no te da fama, y las tribulaciones son parte de la preparación. «¿Cómo será esto?», preguntó María. Todavía es una pregunta difícil de responder. El ángel explicó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra». María aceptó sin argumentar y sin medir riesgos: «Hágase conmigo conforme a tu palabra» (vers. 34-38).

Dios necesita jóvenes con esa actitud. Por medio de ellas puede hacer lo imposible. ¿Corres riesgos por hacer la voluntad de Dios? Sigue cumpliendo fielmente tu misión. No temas las críticas ni la persecución. «[Dios] no coloca sobre sus siervos ninguna carga que no puedan llevar. “Él conoce nuestra condición”. Todo lo que él exige de nosotros podemos cumplirlo mediante la gracia divina» (PVGM, cap. 25, p. 299).


Devoción Matutina: Hija mía, no tengas miedo
Arsenia Fernández-Uckele