Mi Recurso Adventista

Dos tizones humeantes

07 de julio | Devoción matutina: Hija mía, no tengas miedo

«Y dile: “Ten cuidado, pero no te asustes; no tengas miedo ni te acobardes por esos dos tizones humeantes, Rezín con sus sirios, y el hijo de Remalías, que están ardiendo en furor”». Isaías 7:4, DHH

Judá se hundió en la idolatría y el paganismo. Había injusticia en los tribunales, los gobernantes se dedicaban al placer y las ganancias personales. Predominaba la codicia, y el vicio. Algunos mantenían las formas exteriores de la religión, pero sin su poder en sus vidas. Las tiernas súplicas de Isaías dirigidas a Judá son aplicables hoy.

La desobediencia de Acaz atrajo la ira de Dios y el pueblo fue entregado a «turbación, espanto y burla» (2 Crónicas 29: 8). Una alianza se había formado en contra de ellos: Rezín y Siria vendrían para destruirlos y establecer un nuevo gobierno. El rey Acaz y el pueblo se llenaron de terror. Fue en tales circunstancias que Dios envió a Isaías con un mensaje alentador. Tristemente, Acaz prefirió la ayuda humana que la divina. Cuánto dolor y cuántos miedos nos evitaríamos si confiáramos más en Dios que en los hombres.

Después de comprar mi boleto para viajar a Estados Unidos me enteré de lo que había sucedido con las Torres Gemelas en Nueva York. No podía cancelar. Tenía el permiso, ya habíamos alquilado la casa, mis hijas estaban inscritas en un internado adventista. Oré y abrí mi Biblia, y me encontré con el texto de hoy. Comparé las torres recién caídas con los dos tizones humeantes. Llegué al aeropuerto de Nueva York y me reuní con mis amigos. Había mucho dolor y pérdida. Prediqué el sábado y ofrecí consejería gratuita. Entendí que Dios tenía un propósito para mí en este país.

La expresión «dos tizones humeantes» era despectiva, para disuadir el miedo de Acaz y motivarlo a confiar en Dios. El profeta Isaías llevó un mensaje de esperanza en medio de una crisis por la desobediencia a Dios. «No debemos desperdiciar oportunidad alguna de cumplir actos de misericordia, de tierna prevención y cortesía cristiana en favor de los cargados y oprimidos. Si nos es imposible hacer más, podemos dirigir palabras de aliento y esperanza a los que no conocen a Dios y a quienes podemos alcanzar con más facilidad mediante la simpatía y el amor. Ricas y abundantes son las promesas hechas a los que se mantienen alerta para ver las oportunidades de infundir gozo y bendición en la vida ajena» (Profetas y reyes, cap. 27, pp. 220-221).

¿Cuáles son tus dos mayores miedos? ¡No son sino dos tizones humeantes!


Devoción Matutina: Hija mía, no tengas miedo
Arsenia Fernández-Uckele