Mi Recurso Adventista

Decisiones

06 de septiembre | Devoción matutina: Hija mía, no tengas miedo

«Pero, al oír que Arquelao reinaba, en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Advertido por Dios en sueños, se retiró al distrito de Galilea». Mateo 2:22, NVI

El versículo de hoy, Mateo 2: 22, nos permite entrever tres decisiones de tres personajes diferentes.

Arquelao. Fue el peor de los hijos de Herodes el Grande, ya que dio muerte a unos tres mil judíos. Debido a su tiranía e incompetencia, reinó solo diez años. Perdió el privilegio de tener a Jesús como ciudadano de su reino. ¿Qué haces tú, que pueda alejar a Jesús de reinar en tu vida?

Herodes el Grande. Mandó a buscar al Mesías, no para adorarlo sino para destruirlo, porque lo consideró una amenaza a su trono. Persiguió, mató y castigó a inocentes. A causa de sus celos, dio muerte a una de sus nueve esposas y a dos de sus hijos. Su vida terminó en una muerte horrible. ¡Cuán lejos pueden llevarte los celos y la desconfianza!

José. Siguiendo las indicaciones del ángel del Señor, José emigró a Egipto con María y el niño. Gran parte de su niñez, Jesús la pasó huyendo. Cuando Herodes murió, fueron divinamente guiados a Nazaret de Galilea, una comunidad en la que convivían judíos y gentiles. Residieron en la zona rural y despreciada de Nazaret durante los siguientes treinta años, cumpliéndose así la profecía de que el Mesías sería nazareno. Los planes de Dios siempre son perfectos. Déjate llevar de su mano.

«Dios no podía confiar su amado Hijo a los hombres, ni aun mientras llevaba a cabo su obra a favor de la salvación de ellos. Comisionó a los ángeles para que acompañasen a Jesús y le protegieran hasta que cumpliese su misión en la tierra y muriera a manos de aquellos a quienes había venido a salvar» (El Deseado de todas las gentes, cap. 6, p. 49).

¿Te persiguen? ¿Te obligan a huir? ¿Te atacan? ¿Alguien quiere tu puesto o tu buen nombre? Pide sabiduría para decidir entre no defenderte, irte o confrontarlos. Los doce años de la niñez de Jesús permanecen siendo un misterio, pero lo que sí sabemos es que, cuando Jesús apareció nuevamente en escena, no estaba resentido contra quienes lo habían perseguido, contra el templo ni contra sus adoradores. Lo encontramos en el templo, adorando a Dios y atendiendo los negocios de su Padre. Si el Rey de reyes huyó ante la persecución del enemigo, ¿por qué nos empeñamos tanto en defendernos? Hay un tiempo para huir, para estar en silencio y para regresar con alabanza para defender los asuntos del cielo.


Devoción Matutina: Hija mía, no tengas miedo
Arsenia Fernández-Uckele