Mi Recurso Adventista

De la humillación a la gloria

29 de septiembre | Devoción matutina: Siguiendo las huellas de los grandes personajes de la biblia

«Ahora pues, yo, Nabucodonosor, alabo, honro y glorifico al Rey del cielo, porque todo lo que hace es verdadero y justo, y puede humillar a los que se creen importantes» (Daniel 4: 37).

Nabucodonosor era orgulloso, violento y autoritario. Estos defectos de carácter se dejaban notar desde el palacio hasta el último rincón del imperio. Veamos algunos ejemplos…

  • Fue violento cuando los sabios no pudieron recordarle cuál había sido su sueño, entonces mandó matarlos a todos (lee Daniel 2:12). Gracias a la intervención de Daniel se salvaron de la ira del rey. Asimismo, cuando los tres jóvenes se negaron a adorar la imagen de oro, «la cara se le puso roja de rabia» (Daniel 3:19).
  • Fue autoritario cuando al ver el milagro a favor de los tres jóvenes, siguió pensando que la fe se podía imponer a todos los ciudadanos como un edicto imperial. Entonces dijo: «Ordeno que cualquier hombre que hable mal del Dios de estos jóvenes, sea descuartizado, y su casa convertida en un montón de escombros» (Daniel 3: 29). La misma estrategia: destruir al que no obedeciera su nueva imposición.
  • Fue orgulloso cuando se vanaglorió de la ciudad y se atribuyó la gloria de todas sus riquezas. Entonces afirmó: «¡Miren qué grande es Babilonia!
    Yo, con mi gran poder, la edifiqué como capital de mi reino, para dejar muestras de mi grandeza» (Daniel 4: 30).

A pesar de todos los defectos del rey, Dios tenía planes específicos para él. Permitió que perdiera la razón durante siete años y se comportara como una bestia del campo. Solo entonces llegó a reconocerlo como el Dios verdadero y dijo las palabras del versículo de hoy.

Si alguna vez te sientes tentado a engrandecerte por tus logros, contempla las estrellas, observa las maravillas del mar, del desierto, de las rocas, de los animales y de las plantas. Entonces verás que cualquier logro humano es una pequeñez, comparado con lo que Dios ha hecho. Él es todopoderoso y podría exigir que todos creyeran en él, pero nos ama tanto que nos da libertad para que decidamos creer en él o no hacerlo. ¿Tú que decides?


Devoción Matutina: Siguiendo las huellas de los grandes personajes de la biblia
César Sánchez Murillo