Mi Recurso Adventista

Cuando la ambición es buena

01 de enero | Devoción matutina: Virtuosa

«Buscad lo que basta y no queráis más. Lo que pasa de ahí es agobio, no alivio». Agustín de Hipona

Solemos pensar que tener ambición es malo, porque asociamos la palabra a lo material, como, de hecho, lo hace el mismo Diccionario de la lengua en su primera acepción del término: «Ambición es el deseo ardiente de conseguir algo, especialmente poder, riquezas, dignidades o fama». Sin duda, ese tipo de ambición es malo.

La Biblia nos advierte contra el poder (Jesús señala como negativas las ansias de poder de sus discípulos); la riqueza (Timoteo dice que el amor al dinero es raíz de toda clase de males); las dignidades (o, lo que es lo mismo, ambicionar ser vistos de los hombres, precisamente una de las críticas que Jesús hace a los fariseos); y la fama. Ir tras estas cosas es correr tras el viento. Pero el segundo significado de la palabra «ambición» es: «Cosa que se desea con vehemencia». ¿Podemos desear con vehemencia cosas buenas? Sí. De hecho, la Biblia nos invita a hacerlo.

En 1 Tesalonicenses 4:11-12 leemos: «Tengan por su ambición el llevar una vida tranquila, ocuparse en sus propios asuntos y trabajar con sus manos, tal como les hemos mandado; a fin de que se conduzcan honradamente» (NBLA). Otras Biblias traducen «tengan por su ambición» como «procurad» o «traten de», pero el Comentario bíblico adventista es claro en señalar que la palabra original, filotiméomai, «significa aquí “ambicionar»» (tomo 7, p. 253). Por tanto, es bueno ambicionar estas tres cosas:

  • Llevar una vida tranquila, sin fanatismos, sin escandalizarse fácilmente por nada, sin explosividades, sin perder el control, sin afanarse tras lo que no aprovecha. ¿Cómo se logra? Dedicando cada día a lo que aprovecha, haciendo lo que nos viene a la mano con humildad y fe. «El Señor, el Dios Santo de Israel, dice: «Vuelvan, quédense tranquilos y estarán a salvo. En la tranquilidad y la confianza estará su fuerza» (Isa. 30:15).
  • Ocuparnos en nuestros propios asuntos. ¿Eres una persona entrometida? Trabaja contigo misma para abandonar ese hábito. El apóstol Pedro aconseja: «Si alguno de ustedes sufre, que no sea por… meterse en asuntos ajenos» (4:15).
  • Trabajar con nuestras manos. Preciosa ambición, pues el trabajo digno es la mejor salvaguarda contra la ociosidad, que conduce a pensamientos inútiles y adicciones. Ambiciona lo que la Biblia dice que es bueno para el ser humano, y no quieras más.

«Tengan por su ambición el llevar una vida tranquila, ocuparse en sus propios asuntos y trabajar con sus manos» (1 Tesa. 4:11, NBLA).


Devoción Matutina: Virtuosa
Mónica Díaz