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Banco de peces

24 de febrero | Devoción matutina: Un planeta maravilloso

«Mi Dios les dará a ustedes todo lo que les falte.» Filipenses 4: 19

Pescar es bastante más difícil de lo que parece. Cuando mi hijo Scott tenía cuatro años, vivíamos parte del tiempo cerca de un pequeño lago en Carolina del Norte, Estados Unidos. Un día, decidimos ir a pescar.

Ninguno de los dos habíamos pescado nunca y, como ninguno de los dos comemos pescado, el plan fue pescarlo y devolverlo al lago.

Scott y yo fuimos a una tienda cercana y compramos un contenedor lleno de gusanos grandes y gordos. Salimos al muelle y bajamos la barca al agua. Tiré de la cuerda para arrancar el motor y cruzamos lentamente el lago hasta un lugar que nos pareció perfecto para pescar.

Entonces llegó la parte difícil: poner los gusanos en los anzuelos. Ninguno de los dos quería hacerlo. Al fin y al cabo, los dos sabíamos lo importantes que son las lombrices para conseguir una tierra blanda…

La Biblia habla bastante de pesca exitosa por parte de hombres que se ganaban la vida pescando antes de convertirse en discípulos de Jesús.

En Mateo 17, uno de estos pescadores, llamado Pedro, fue abordado por unos recaudadores de impuestos. Le preguntaron si Jesús había pagado el impuesto del templo. Pedro les dijo que sí, y fue a buscar a Jesús para averiguar cómo iban a pagar el impuesto.

No sé si Jesús no tenía el dinero o si simplemente quiso enseñarle a Pedro otra lección de fe. Pero Jesús le dijo a Pedro que fuera al mar, echara un anzuelo y sacara el primer pez que cayera.

Bueno, la parte de la pesca fue fácil para Pedro, pero la siguiente fue muy extraña. Jesús le dijo que abriera la boca del pez, sacara de ella una moneda de cuatro dracmas y se la diera a los recaudadores de impuestos.

¿Te imaginas la alegría que sintió Pedro al ver que sus impuestos habían sido pagados de un modo tan milagroso? Dios ha prometido satisfacer todas nuestras necesidades.


Devoción Matutina: Un planeta maravilloso
Vicki Redden, Dee Litten Redd y Joelle Reed Yomada