Mi Recurso Adventista

Aspiración o codicia

03 de enero | Devoción matutina: Siguiendo las huellas de los grandes personajes de la biblia

«La mujer vio que el fruto del árbol era hermoso, y le dieron ganas de comerlo y de llegar a tener entendimiento. Así que cortó uno de los frutos y se lo comió. Luego le dio a su esposo, y él también comió» (Génesis 3:6).

¿Qué más necesitaba Eva en el jardín del Edén? Absolutamente nada, lo tenía todo y en condiciones perfectas. Sin embargo, el engañador le hizo creer que si comía del fruto alcanzaría un nivel de conocimiento inimaginable, que sería especial… ¡que incluso sería como Dios! Eva no fue engañada porque Dios no le hubiera advertido o porque tuviera alguna necesidad, el verdadero problema consistió en su actitud codiciosa y rebelde contra Dios. En consecuencia, ciertamente conoció algo más, pero no lo que esperaba. Conoció el dolor y la muerte.

Tú tienes derecho a tener grandes aspiraciones. Soñar con un futuro mejor con relación a tu presente no es algo malo, pero debes distinguir entre la aspiración y la codicia. La codicia es desear poseer lo que no puedes tener o no debes tener en este momento. La codicia siempre tiene consecuencias desagradables, ya que lleva a las personas a ser deshonestas para conseguir, cueste lo que cueste, lo que desean sin importarles los demás o la opinión de Dios.

La codicia no necesariamente se manifiesta en una acción o conducta equivocada, pero permanece en la mente como un deseo indebido que alimentamos con nuestros pensamientos. Dios nos advierte sobre la codicia, pues permitirla significa desobedecer el décimo mandamiento: «No codicies la casa de tu prójimo: no codicies su mujer, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que le pertenezca» (Éxodo 20:17). Eva no tenía un esposo que codiciar, porque el único hombre era Adán; ni un animal que quisiera tener, porque todos le pertenecían; y no había esclavos. Nada le faltaba, pero codició conocimiento, quiso ocupar el lugar de Dios y por eso se equivocó.

Vive agradecido con lo que Dios te otorga, no desees lo que hoy no tienes, algunas cosas llegarán en su momento y otras no, pero siempre puedes agradecer y obedecer a Dios.


Devoción Matutina: Siguiendo las huellas de los grandes personajes de la biblia
César Sánchez Murillo