Mi Recurso Adventista

Lodebar, donde la bondad llegó

03 de febrero | Devoción matutina: Un rayito de luz para cada día

«El Señor es justo en sus caminos, bondadoso en sus acciones».Salmo 145:17

Lodebar, también conocida como «tierra maldita», era un lugar donde la Palabra de Dios no llegaba. Un lugar alejado de todo. Una pequeña aldea ubicada a trece kilómetros del mar de Galilea. Ya imaginarás que era un lugar terrible para vivir. Se la describe como una tierra seca, sin pastos, ni frutos… nada.

Mefiboset, el joven de nuestra historia, vivía allí. ¿Cómo lograba subsistir después de haber sido príncipe y vivir con todos los lujos? No lo sé. Además, el pequeño quedó lisiado cuando tenía cinco años. Su abuelo Saúl y su padre Jonatán habían muerto en batalla. Al escuchar estos incidentes, la nodriza de Mefiboset quiso escapar rápido del palacio, porque era costumbre que el nuevo rey que asumía el cargo matase a los descendientes del rey anterior. En su veloz huida, la nodriza dejó caer al niño heredero, que quedó cojo de ambos pies por el resto de su vida. Qué triste, ¿verdad?

Pero esta historia bíblica tiene un final feliz. Siete años después, el rey David deseaba ser bondadoso con cualquiera que quedara de la casa de Saúl. Llamó a Mefiboset al palacio y le dijo: «No tengas miedo, porque yo te voy a tratar muy bien, en memoria de Jonatán, tu padre. Haré que se te devuelvan todas las tierras de tu abuelo Saúl, y comerás siempre a mi mesa» (2 Samuel 9: 7).

Movido por un sentimiento de profundo aprecio, Mefiboset se postró ante David y dijo: «¿Qué es tu siervo, para que hayas vuelto tu rostro al perro muerto cual soy?» (2 Samuel 9: 8). Estaba confundido por la bondad de David, Según la propia opinión de Mefiboset, él era totalmente indigno de aquello. ¡Su vida cambió para siempre!

La vida de David es un reflejo de un corazón conforme al de Dios; su historia con Mefiboset illustra esta verdad por completo. ¡Dios nos ama, nos busca y nos encuentra! De alguna forma, todos somos Mefiboset, adoptados por la familia divina, sin merecerlo. Llamados a compartir con el Rey de los cielos la eternidad en las mansiones celestiales. ¡Cuán agradecidos debemos estar porque nuestro Padre es tan bondadoso!

Mirta


Devoción Matutina: Un rayito de luz para cada día
Mirta de Samojluk