Mi Recurso Adventista

Obediente de verdad

23 de febrero | Devoción Matutina: El fascinante laboratorio De Dios

«Si una persona obedece toda la ley, pero falla en un solo mandato, resulta culpable frente a todos los mandatos de la ley.» (Santiago 2: 10)

UN ESTUDIO LLEVADO A CABO CON 703 ADOLESCENTES reveló dos factores como fuertes indicadores de la obediencia de los hijos a sus padres (Journal of Adolescence). El primero es la creencia en la autoridad paterna, algo tan importante que Dios lo situó en el centro de los Diez Mandamientos.

«Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios» (Éxodo 20: 12).

El otro factor señalado en la encuesta es la conformidad de los hijos con las normas puestas por sus padres. Este punto indica un lado difícil de nuestra naturaleza pecaminosa: nuestra tendencia a obedecer solo cuando estamos de acuerdo.

Sin embargo, debemos comprender que no lo sabemos todo y que el hecho de que no entendamos algunas normas no significa que sean erróneas. A veces nuestros padres nos preguntan cosas que no parecen tener sentido para nosotros en ese momento. Se necesita tiempo y experiencia para comprenderlas. Sin embargo, LA VERDADERA OBEDIENCIA NO ES SOLO HACER LO QUE QUEREMOS.

Dios también nos pide que hagamos cosas que no queremos hacer o que nos parecen sin importancia. Es entonces cuando demostramos a quién nos sometemos realmente: a Dios y a su Palabra o a nuestra propia voluntad. De nada sirve que hagas todo lo demás como Dios te ha pedido si, en lo que no estás de acuerdo con él, lo haces a tu manera. Al fin y al cabo, como dijo Santiago, quien tropieza en un punto de la ley, es como si la hubiera desobedecido por completo.

Ora para que Dios te ayude a ser verdaderamente obediente a él y a tus padres, aunque no tengas ganas, porque «¡dichosos más bien quienes escuchan lo que Dios dice, y lo obedecen!» (Lucas 11:28).

Detente un momento y vuelve a leer Éxodo 20: 12. ¿Has sido un hijo obediente?


Devoción Matutina: El fascinante laboratorio de Dios
Mayara Lustosa y Rodrigo Barbosa