Mi Recurso Adventista

Jesús sana una mano seca

Versículo: «”Extiende la mano». El hombre la extendió y su mano quedó sana”» Marcos 3:5

UN SÁBADO, JESÚS ENTRÓ A LA SINAGOGA, así se nombraban a las iglesias en esa época. En el lugar se encontraba un hombre que tenía la mano seca, es decir, su mano estaba paralizada, no podía moverla, a causa de un accidente o enfermedad.

Entonces, todas las personas que se encontraban ahí, miraron a Jesús para observar qué haría ante la situación. Jesús, preocupado por la salud del hombre, lo mandó a levantarse y colocarse en medio de todos.

Posteriormente, le indicó que extendiera su mano, y cuándo éste obedeció, su mano quedó en el instante sanada. ¡Sí! Ahora su mano y sus dedos tenían movimiento.

Jesús tiene poder para sanar cualquier parte de tu cuerpo. Él te hizo y desea que goces de salud.

Actividad: Con ayuda de papi o mami, dramatiza la historia de Jesús y el hombre de la mano seca.

Oración: Querido Padre, gracias porque eres el único médico con poder para sanar lo incurable.


Devoción Matutina: Conozco y cuido mi cuerpo
Victoria Balboa Cano