Mi Recurso Adventista

Entender la cruz

02 de febrero | Devoción matutina: Virtuosa

«¿Por qué Dios no usó su soberanía para perdonarnos sin que Cristo tuviera que morir?» John Piper

No comprendo el sacrificio de Jesús. Es imposible para alguien egocéntrico como yo valorar en su justa medida el significado de su muerte.

Sumida como estoy en una rutina de estrés y prisas, sé que necesito una visión más profunda de la cruz. ¿Por qué alguien daría su vida por otro? Me cuesta entenderlo en el caso de Cristo, pero en el de un ser humano que da su vida por otro que no es su hijo, su madre, ni su cónyuge, me parece increíble.

Eso fue lo que hizo Arland Williams el 13 de enero de 1982. El vuelo 90 de Air Florida sobrevolaba las frías aguas del Potomac cuando se precipitó sobre el río. Hubo seis sobrevivientes. Desde el helicóptero de rescate, lanzaron el salvavidas para rescatarlos uno a uno.

El primer lanzamiento cayó junto a Arland que, en vez de sujetarse a él para ascender hacia la vida, lo pasó a otro. Segundo lanzamiento, mismo resultado. Tercero, cuarto, quinto… ¡Por fin, el sexto, el que le quedaba a él! Demasiado tarde. Arland, de cuarenta y seis años, se había ahogado.10 Habiendo podido evitar la muerte, estuvo dispuesto a morir para que otros no la experimentaran.

Jesús pudo haberla evitado también. Pudo haber usado algún salvavidas o que su Padre hiciera un milagro para evitarle la muerte de cruz. Pudo no haber venido a este mundo y haber utilizado otro tipo de salvavidas para arrojar a la humanidad. ¿Por qué eligió la cruz?

Me resulta tan difícil comprenderlo como comprender por qué Arland decidió poner a otros antes que él y aceptar su propia muerte. Pero para los que se aferraron a ese único salvavidas, fue una oportunidad para comenzar de cero, con una visión completamente distinta de la vida y con un agradecimiento que lo permea todo. Eso es también lo que nos ofrece la cruz.

Aunque mi razón no lo entienda, acepto que la justicia de Dios es más elevada que la mía. Acepto que él no actúa por capricho, sino que es sabio y fiel, puro amor, y confío en él. Acepto que soy su hija, que me ahogo en este frío mundo de pecado, y que Cristo es el único salvavidas que tengo. Sobrepasa mi entendimiento, pero me aferro a él para ascender hacia la vida. Vivo agradecida por ese salvavidas y te lo paso a ti. Podemos compartirlo.

“Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas?” (Rom. 8:32).

10 http://www.nbcnews.com/id/21902983/ns/health-behavior/t/hidden-cost-heroism/#.WXNsbtPhCDU [consultado en agosto de 2017].


Devoción Matutina: Virtuosa
Mónica Díaz