Mi Recurso Adventista

Un Dios que hace todo lo que quiere

29 de enero | Devoción Matutina: Así es Dios: Retratos de la gracia y el amor divinos

«Quiero. ¡Queda limpio!» (Lucas 5:13, DHH.)

Seguramente habrás escuchado el dicho popular que reza: querer es poder. Tal vez hasta lo has repetido y lo crees. Pero no tan rápido… En realidad, deberíamos admitir que querer es poder dependiendo de quién es el que quiere. Son muchas las veces que alguien quiere algo que no puede tener, o que desea hacer algo que no le es posible hacer. En la vida, constantemente nos estamos chocando con algún nivel de imposibilidad.

En el retrato de nuestro Dios que estamos mirando hoy, él se presenta a nosotros como el Dios que puede hacer todo lo que quiere. El salmista había notado esta capacidad divina cuando escribió: “El Señor hace todo lo que quiere, lo mismo en el cielo que en la tierra, lo mismo en el mar que en sus profundidades” (Sal. 135:6, DHH). Esta es una cualidad de Dios que nos atrae mucho, porque nos ilusiona pensar que él quiera hacer realidad lo que nosotros queremos que suceda en nuestra vida.

En su Evangelio, Lucas cuenta que un hombre carcomido por la lepra, al encontrarse con Jesús, se postró frente a él y le dijo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme” (Luc. 5:12). Fíjate que el hombre no le dijo “quiero que me limpies”, porque eso era más que obvio: él quería sanarse. Pero la vida le había enseñado que para los seres humanos no basta con querer, porque sobradas veces el deseo se deshace frente a la imposibilidad.

Así, este hombre no pensó en él, no habló de lo que él quería, no se fijó exclusivamente en su imposibilidad, sino que puso sus ojos, su mente y su fe en Dios y le dijo: “Si tú quisieras, tú podrías”. Es decir: “Tú eres distinto de mí. A ti nada te detiene, no hay un problema que no puedas resolver, no hay un deseo que no puedas cumplir”. Con esa solicitud, verbalizada de esa manera, el hombre demostró su fe sencilla en el Señor y se remitió a su misericordia. Y, en este caso, el deseo del hombre coincidió con el de Dios. Cuando esto sucede, el resultado siempre es bendición y salvación.

Dios no siempre cumplirá nuestros deseos, pero hay cosas que siempre anhela para nosotros. Él quiere vernos prosperar, quiere vernos crecer en todo lo que es bueno, y sobre todas las cosas, quiere sanarnos y salvarnos.

Sabiendo esto, hemos de entender que la vida abundante consiste en desear las mismas cosas que Dios quiere para nosotros, porque entonces él siempre nos dirá: “Sí, quiero, recíbelo”.


Devoción Matutina: Así es Dios: Retratos de la gracia y el amor divinos
Roberto Herrera