Mi Recurso Adventista

Miedo versus convicciones

02 de noviembre | Devoción matutina: Hija mía, no tengas miedo

«Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo». Juan 19: 8

Los dirigentes religiosos que querían acabar con el ministerio de Jesús rechazaron la oferta de Pilato de soltarlo después de azotarlo. Lo querían muerto. Pilato debía convencerlos de que abandonaran esa decisión, o entregarles a Jesús para que pudieran darle muerte. Estaba enfrentando un gran dilema: hacer justicia a un hombre inocente o proteger sus intereses políticos como prefecto de la provincia romana de Judea. Conociendo esa lucha interna de Pilato, los líderes judíos declararon que Jesús debía morir porque su mensaje atentaba contra las leyes religiosas. Tristemente, Pilato optó por salvar su propio prestigio a expensas de Jesús. Tenía poder, pero no tenía convicciones. El poder, sin convicción para hacer lo correcto, es cobardía. Su falta de coraje llevó a Pilato a declarar culpable a un inocente, Jesús, y liberar a un culpable, Barrabás. Se lavó las manos en público, pero no pudo limpiar su alma en privado, por causa de la injusticia cometida.

Cuando tengas que decidir entre lo correcto o tus intereses, elige por convicción y no por miedo. Tres veces Pilato confesó que Jesús no era culpable (Juan 18: 38; 19: 4, 6). Al declararlo inocente, pero azotarlo para apaciguar a los acusadores, demostró su debilidad y miedo. Los sacerdotes se valieron de su indecisión y presionaron más. No habían podido probar que Jesús había quebrantado la ley romana, así que lo habían llevado ante Pilato acusándolo de quebrantar las leyes religiosas y de blasfemia. La blasfemia era el delito más grave de la ley judía, y era castigado con muerte por apedreamiento. Acusar a Jesús de traición lo hacía culpable frente a la ley romana, y el castigo era la crucifixión. No les importaba cuál de las acusaciones creyera Pilato, solo que aprobara la muerte de Jesús.

Si Pilato hubiese actuado correctamente, de todos modos habrían dado muerte a Jesús, pero él no habría vivido el resto de su vida con una conciencia culpable. Durante el juicio, Pilato se mostró vacilante y miedoso, y los líderes enojados y con odio, mientras que Jesús permanecía calmado. A la vista del Cielo, eran Pilato y los líderes judíos quienes estaban en juicio, no Jesús.
Cuando seas cuestionada, recuerda que mientras tú eres juzgada por tus acusadores, ellos están en juicio frente a Dios. Pilato actuó por cobardía, por miedo a perder el poder y su seguridad personal. Por miedo; aprobó el peor de los crímenes. «¡Cuántos, para escapar a la pérdida o al sufrimiento, sacrifican igualmente los buenos principios! La conciencia y el deber señalan un camino, y el interés propio señala otro. La corriente arrastra fuertemente en la mala dirección, y el que transige con el mal es precipitado a las densas tinieblas de la culpabilidad» (DTG, cap. 77, p. 700).

Decide por convicción, no por miedo.


Devoción Matutina: Hija mía, no tengas miedo
Arsenia Fernández-Uckele