Mi Recurso Adventista

¡Que bueno!

02 de noviembre | Devoción Matutina: Carácter ser como Jesús y disfrutar de la eternidad

«Y vio Dios todo cuanto había hecho, y era bueno en gran manera.» Gén. 1:31

Quiero compartir contigo una norma básica de la interpretación bíblica: si una frase se repite mucho en un texto es debido a que es relevante. Hay varias expresiones que redundan en el primer capítulo de Génesis, y que te sugiero que investigues, pero hay una que me parece de impacto existencial: «… que era bueno.» De tanto en tanto, el relato de la Creación nos recuerda cómo fue el proceso de formación de este mundo. La expresión en el original [Ki tov] es mucho más que una síntesis o evaluación analítica, es una exclamación plena de satisfacción. Podíamos traducirla como:

«¡Qué bueno!» A Dios no solo le es connatural crear sino que disfruta con ello. Le encanta hacer las cosas y hacerlas bien, mira cada una de las particularidades de su obra y se regodea en ellas.
Seguro que os ha pasado alguna vez. Habéis planificado cada detalle de una comida, realizado la lista de todo lo que necesitáis, elaborado con precisión cada producto, invitado con cariño a cada familiar o amigo, puesto la mesa con todo lujo de detalles y, al final, tras saborear con minuciosidad el primer plato, alguien exclama: «¡Qué bueno!» Entonces, con una sonrisa dibujando vuestro rostro, habéis sentido el placer del trabajo bien hecho.

La palabra «bueno» [tov] es, en primer lugar, una constatación de la naturaleza de Dios. Dios es el bien en mayúsculas, no hay nada más sublime que lo que él es y hace. Su obra, por tanto, no podría ser de otra manera: una creación excelsa. Además, la palabra va más allá de lo bueno como positivo porque incluye el significado de ‘útil’ y ‘bello’. Lo bueno no es algo espiritualoide sino bien provechoso, es útil. Lo bueno, en la mentalidad bíblica, se asocia con lo práctico, con lo cotidiano. Lo bueno, además, es hermoso. La belleza forma parte de la naturaleza, de lo bien hecho. No hay mejor trabajo que hacer algo que sea positivo, que sea útil y, además, bello. Es como para mirar a Dios y decirle abiertamente: «¡Qué bien lo has hecho! ¡Qué bueno!»

Ese Dios del relato no ha cambiado. Jehová sigue siendo el mismo. Le continúa gustando hacer las cosas bien y ver cómo sus criaturas le imitan. No sabes cuánta satisfacción siente cuando eres bondadoso, cuando llevas tu religión a la práctica y cuando embelleces este mundo con tus sonrisas. Sabiendo esto, ¡qué bien estaría que hoy, una vez más, hicieras que Dios se encuentre satisfecho de su creación, de ti!


Devoción Matutina: Carácter ser como Jesús y disfrutar de la eternidad
Víctor M. Armenteros