Mi Recurso Adventista

La verdadera norma del carácter

21 de octubre | Devoción Matutina: A Fin de Conocerle

¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido. Isaías 8:20.

Hay gracia divina para todos los que quieran aceptarla. Sin embargo, hay algo que debemos hacer… Hay una obra que debemos hacer para prepararnos para la compañía de los ángeles. Debemos ser semejantes a Jesús, y estar libres de la contaminación del pecado. Él fue todo lo que requiere que seamos; fue una norma perfecta para los niños, los jóvenes y los adultos. Debemos estudiar más este modelo. {AFC 298.3}

Jesús era la Majestad del cielo y, sin embargo, condescendió a tomar a los niñitos en sus brazos para bendecirlos. Aquel a quien los ángeles adoran, escuchó con tierno amor sus alabanzas balbucientes. Debemos ser como él en su noble dignidad, mientras que nuestro corazón se suaviza y subyuga por el amor divino que moró en el corazón de Cristo… {AFC 298.4}

Tenemos una obra que hacer en la formación del carácter según el modelo divino. Hay que extirpar todos los malos hábitos. Los impuros deben hacerse puros de corazón; los egoístas deben quitar su egoísmo; los orgullosos deben despojarse de su orgullo; los autosuficientes deben vencer su confianza propia, y comprender que no son nada sin Cristo. Todos seremos tentados severamente, y nuestra fe será probada hasta el máximo… {AFC 299.1}

Necesitamos estar anclados en Cristo, arraigados y fundados en la fe. Satanás obra mediante sus instrumentos. Elige a los que no han estado bebiendo de las aguas vivas, cuyas almas están sedientas de algo nuevo y extraño, y que están siempre listos para beber de cualquier fuente que se les presente. Se oirán voces que dirán: “He aquí está Cristo”, o “Allí está”; pero no debemos creerles. Tenemos evidencias inconfundibles de la voz del verdadero Pastor, y él nos llama para que lo sigamos. Dice: “Yo he guardado los mandamientos de mi Padre”. Juan 15:10. Conduce a sus ovejas por las sendas de la obediencia humilde a la ley de Dios, pero nunca los anima a transgredirla.—The Review and Herald, 17 de noviembre de 1885. {AFC 299.2}


Devoción Matutina: A Fin de Conocerle 
Ellen G. White