Mi Recurso Adventista

Nahúm

20 de octubre | Devoción matutina: Siguiendo las huellas de los grandes personajes de la biblia

«El Señor es bueno; es un refugio en horas de angustia: protege a los que en él confían» (Nahúm 1: 7).

El nombre de este profeta menor significa «consolación». Según el primer versículo del libro de Nahúm, era originario de Elcos. Su mensaje, que se divide en nuestras Biblias en tres capítulos, anuncia la destrucción de Asiría y de su ciudad capital, Nínive.

Aproximadamente un siglo después de que Jonás transmitiera su mensaje a los ninivitas y estos se arrepintieran, surgió otra generación que cometió errores peores que sus antepasados. En ese momento, Asiria se distinguía por sus crueles atrocidades y sus prácticas idólatras. El profeta Nahúm describe la condición social que imperaba en ese país: «¡Ay de ti, ciudad sanguinaria, llena de mentira y violencia; tu rapiña no tiene fin!» (Nahúm 3:1). Además, el profeta menciona muchas ilustraciones para describir los abusos que ahí se cometían. Por eso, Nahúm enfatiza que había llegado el tiempo apropiado para que Dios interviniera pues ya no había remedio (lee Nahúm 3:19). Fue en el año 612 a. C. (antes del nacimiento de Cristo), que se cumplió la palabra del profeta.

Nahúm destaca el enojo de Dios contra sus enemigos, contra los que se oponen a su pueblo. Sin embargo, también señala, como en el versículo de hoy, que Dios es paciente y poderoso con todos los que confían en él; que él es bueno, es un refugio y una fuente de protección.
La experiencia de los ninivitas de esta generación nos recuerda que la salvación es personal. Sus antepasados se arrepintieron al escuchar el mensaje de Jonás y les fue bien, mientras que ellos respondieron negativamente al mensaje de Nahúm y les fue mal. Por lo tanto, que tus padres y abuelos acepten el mensaje es una bendición, pero no garantiza tu salvación. Solo tú decides si aceptas la salvación o no. ¡Tú tienes que decidir!


Devoción Matutina: Siguiendo las huellas de los grandes personajes de la biblia
César Sánchez Murillo