Mi Recurso Adventista

¿A quién temer?

17 de octubre | Devoción matutina: Hija mía, no tengas miedo

«Os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que, después de haber quitado la vida, tiene poder de echaren el infierno. Sí, os digo, a este temed». Lucas 12: 5

El temor de Dios pone fin a todos los miedos que, por causa de nuestra naturaleza caída, experimentamos aquí en la tierra. Por eso Jesús insistía en decirle a la gente que temieran solamente a quien tiene poder sobre la vida y la muerte.

Ser un fiel testigo de Dios puede motivar la ira de los hombres. Esto ha sido así a lo largo de toda la historia. Piensa por ejemplo en José, que por su fidelidad al Señor pasó penurias inimaginables y acusaciones infundadas. Piensa en Daniel y sus amigos, a quienes Dios debió rescatar de las mismas fauces del león o de las llamas ardientes del fuego. Piensa en Mardoqueo, y en el elevado precio que pagó Juan el Bautista por anunciar el reino de Dios: su propia muerte a manos de las autoridades.

Recordemos a los grandes héroes de la Reforma, como Wiclef, Hus, Jerónimo o Lutero. ¿Y qué me dices de los valdenses? La oposición que todos ellos despertaron por causa de su fidelidad a Dios y a la verdad fue tal que sin duda habrán pasado noches sin dormir y largas jornadas de oración y ayuno. Pero el temor profundo que sentían hacia Dios, la reverencia hacia el Señor, les dio una valentía indescriptible ante la persecución y la muerte.

Ese mismo Dios y esa misma valentía están dispuestos para ti, que temes al Señor con todo tu corazón y lo reverencias con toda tu alma. Elige temer a Dios, porque el daño de los enemigos, por más cruel que pueda parecemos, siempre será un daño pasajero. No permitas que el miedo detenga tu labor a favor de la causa de Cristo.

Aún falta mucha obra por realizar. La obra es grande y los obreros pocos y con miedo. «Cualesquiera sean los inconvenientes y las durezas que nos encontremos, confiemos en el Señor. No tenemos razón para afligirnos y temer, si hacemos nuestra resolución en favor de la verdad, de que nosotros y nuestras familias sufriremos. […] Si estudiáramos la Palabra más fielmente, creceríamos en fe. […] Me fue mostrado que Satanás se nos está adelantando. […] El tiempo en que podemos evangelizar es limitado y Dios pide que los ministros y el pueblo cumplan su deber sin tardanza. Maestros sabios como serpientes e inofensivos como palomas tienen que acudir para ayudar al Señor, para ayudar al Señor contra los poderosos. Hay muchas personas que no comprenden las profecías relacionadas con estos días, y por lo tanto necesitan ser iluminadas» (El evangelismo, pp. 180,179).

¡Padre celestial, daños valor para servirte y hablar de ti sin miedo!


Devoción Matutina: Hija mía, no tengas miedo
Arsenia Fernández-Uckele