Mi Recurso Adventista

Perdón y restauración

19 de octubre | Devoción matutina: Siguiendo las huellas de los grandes personajes de la biblia

«Yo esperaré en el Señor; pondré mi esperanza en Dios mi salvador, porque él me escuchará» (Miqueas 7: 7).

El profeta Miqueas, en el capítulo 7 de su libro, anticipa que el pueblo de Dios iba a tener un futuro alentador caracterizado por la libertad, la restauración, la reconciliación y el perdón. Gran parte del contenido de este libro profético anticipa que el pueblo sería llevado cautivo, pero Dios les garantiza que después de ese cautiverio regresarán a Jerusalén. Ese regreso sería gracias a la manifestación divina.

El profeta dice que Dios haría maravillas para que volvieran del cautiverio al igual que hizo maravillas cuando los sacó de Egipto (lee Miqueas 7:15). El pueblo nunca hubiera obtenido la libertad de los egipcios ni por su fuerza o sus recursos. Al igual que solo Dios podría sacarlo de su cautiverio de Babilonia. En ocasión de la salida de Egipto, los enemigos de Israel eran los soldados del ejército egipcio, que persiguieron a Israel hasta el mar Rojo. Pero Dios intervino: abrió las aguas y el pueblo cruzó en seco, mientras que los soldados murieron ahogados. Ahora el profeta Miqueas plantea un nuevo enemigo de Israel: el pecado. Así como Israel no podía librarse por sí mismo de los egipcios, ni en los días del profeta ni en los nuestros podemos despojamos del pecado por nosotros mismos. Siempre es Dios quien interviene porque nos ama.

Miqueas destaca la intervención de Dios a favor de su pueblo como una característica de su misericordia gracias a su pacto con Abraham. En esta ocasión, el profeta le pide a Dios: «Arroja nuestros pecados a las profundidades del mar» (Miqueas 7:19). Lo mismo que ocurrió con el ejército egipcio, ocurrirá con cada uno de nuestros pecados y debilidades. Si pedimos perdón, ¡nuestros pecados quedarán en la profundidad del mar! Esto significa que Dios es tan misericordioso que nos perdona y olvida nuestros pecados. Él nos libera del pecado, nos restaura y nos da una nueva oportunidad. Recuerda cada día que Jesús murió para salvarnos. ¡Qué bondadoso es nuestro Dios!


Devoción Matutina: Siguiendo las huellas de los grandes personajes de la biblia
César Sánchez Murillo