Mi Recurso Adventista

Amigos rompetechos

10 de octubre | Devoción matutina: Hija mía, no tengas miedo

«Y todos, sobrecogidos de asombro, glorificaban a Dios. Llenos de temor, decían: “Hoy hemos visto maravillas”». Lucas 5:26

Jesús estaba enseñando en un hogar de Capernaúm. La casa estaba llena de doctores de la ley, intelectuales y dirigentes religiosos. Estaban sentados, no para aprender sino para hostigar y encontrar errores en las palabras de Jesús, a fin de acusarlo. Estorbaban a Jesús porque su mensaje se oponía a su enseñanza. Y por esa misma razón intentaban impedir el paso de quienes necesitaban más a Jesús (Lucas 5: 17). Fue en ese contexto que llegaron cuatro amigos cargando una camilla con un paralítico. El paralítico había perdido toda esperanza, pero contaba con cuatro amigos compasivos y esperanzados. Como todas las entradas de la casa estaban inaccesibles por la cantidad de gente que allí se agolpaba, los cuatro hombres decidieron romper el techo para ayudar a su amigo.

Muchos no llegarán a Jesús si no los ayudamos y llevamos sus cargas. Están paralizados por el pecado, el resentimiento, el dolor, y aun por la razón. Si no los llevamos a Jesús, nunca escucharán las palabras: «Tus pecados te son perdonados» (vers. 20). La iglesia necesita más amigos rompetechos; si aprendemos a ser ese tipo de amigos, pronto habrá mucha más gente alabando a Dios.

Cuando rompieron el techo, el sermón se detuvo. Los presentes vieron los escombros, pero Jesús vio otra cosa: ¡la fe de los amigos! Cuán importante es tener amigos de fe. Algunas veces Dios honra la fe del enfermo, otras veces honra la fe de los intercesores; no hay una fórmula única. Rodéate de amigas rompetechos. Si te impiden adorar, deja a tus opositores entorpeciendo el paso con sus críticas; rompan el techo y entren, pero no se pierdan la bendición.

Jesús hizo primero lo primero. El hombre era tenido por pecador: liberarlo era prioritario. La gente criticó: «¿Quién es este que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?» (vers. 21). Aunque errados en la conclusión, estaban en lo cierto: solo Dios puede perdonar pecados; y estaba frente a ellos. Jesús los amonestó: «Qué pensáis en vuestros corazones» (vers. 22). El hombre tenía paralizado el cuerpo, pero ellos tenían paralizado el corazón. «¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y anda?”» (vers. 23). Lógicamente, es más fácil decir «tus pecados son perdonados». Eso no se puede probar; pero hacer caminar al paralítico debía ser demostrado, y Jesús ordenó que se levantara. El hombre lo hizo de inmediato y alabó a Dios. Si no se levantaba, no experimentaba el milagro.

Lucas registra tres reacciones de la gente: asombro, temor y gratitud a Dios. «Hoy hemos visto maravillas», dijeron (vers. 26). La gente entendió que Jesús tenía poder para perdonar pecados porque era Dios, y frente a lo divino la respuesta es asombro, temor y gratitud.


Devoción Matutina: Hija mía, no tengas miedo
Arsenia Fernández-Uckele