Mi Recurso Adventista

Dios nunca llega tarde

03 de octubre | Devoción matutina: Hija mía, no tengas miedo

«Pero el ángel le dijo: “¡No tengas miedo, Zacarías! Dios ha oído tu oración. Tu esposa, Elisabet, te dará un hijo, y lo llamarás Juan”». Lucas 1:13, NTV

Cuando el ángel Gabriel, uno de los ángeles celestiales principales, llegó a dar la buena noticia a Zacarías de que su esposa le daría un hijo, Zacarías estaba oficiando ante el altar de incienso a favor de Israel. Era un privilegio y un gran honor que por lo regular solo ocurría una vez en la vida de un sacerdote levita. La noticia llegó cuando menos la esperaba, pero mientras trabajaba fielmente para Dios. Lo anunciado era imposible, humanamente, y nadie podía poner en duda la procedencia divina de tal acontecimiento. ¿Tienes alguna petición que Dios ha tardado en responder? ¿Debería eso desanimarte en cuanto a tu entrega total a su servicio? Zacarías y Elisabet no perdieron la fe, no reclamaron a Dios a causa de su aparente silencio, y no cesaron de servir a Dios. Confiaron y esperaron.

«Cada oración sincera recibirá una contestación. Tal vez no llegue esta exactamente como deseáis, o cuando la esperéis; pero llegará de la manera y en la ocasión que mejor cuadren a vuestra necesidad. Las oraciones que elevéis en la soledad, en el cansancio, en la prueba, Dios las contestará, no siempre según lo esperabais, pero siempre para vuestro bien» (La oración, cap. 11, p. 134).

El miedo que sintió Zacarías ante la aparición del ángel era razonable, fue una reacción natural espontánea. Dudó de que fuera cierta la noticia de la llegada de un hijo, pues él y su esposa tendrían para aquel entonces unos setenta años de edad (Lucas 1:18). Si quieres que Dios conteste tus oraciones, mantén la confianza de que Dios puede hacer lo imposible, en su tiempo.
Por haber dudado de las palabras del ángel, Zacarías quedó mudo hasta el momento del parto. Ten cuidado cuando pidas señales, Dios toma en cuenta tu palabra.

Las palabras de Gabriel «No tengas miedo» son a menudo las primeras palabras que un ángel pronuncia cuando se comunica con los seres humanos. Uno de sus ministerios es quitar el miedo del corazón de la humanidad (ver Hebreos 1: 14) y colocar en su lugar la paz que sobrepase todo entendimiento (Filipenses 4: 7) (ver CBA, t. 5, pp. 658, 659, 662).

El anuncio del ángel debió haber llenado de gozo el corazón no solo de la familia sino de la nación. Todos deberían haber estado esperando el cumplimento de la promesa y preparándose para la primera venida del Señor. «Cuando nos parezca que nuestras oraciones no son contestadas, debemos aferrarnos a la promesa; porque el tiempo de recibir contestación vendrá seguramente y recibiremos las bendiciones que más necesitamos» (La oración, cap. 11, p. 126).


Devoción Matutina: Hija mía, no tengas miedo
Arsenia Fernández-Uckele