Mi Recurso Adventista

Basanizō

24 de septiembre | Devoción matutina: Hija mía, no tengas miedo

«Estaban muy asustados, pero enseguida Jesús les dijo: “Tranquilos, no tengan miedo. Soy yo”». Marcos 6:50, TLA

Después de la alimentación de la multitud, los presentes decidieron coronar a Jesús como rey. «Ese acto culminante les aseguraba que entre ellos se encontraba el Libertador durante tanto tiempo esperado. […] Él sería quien haría de Judea un paraíso terrenal, una tierra que fluyese leche y miel. Podía satisfacer todo deseo. Podía quebrantar el poder de los odiados romanos. Podía librar a Judá y Jerusalén. Podía curar a los soldados heridos en la batalla. Podía proporcionar alimento a ejércitos enteros. Podía conquistar las naciones y dar a Israel el dominio que deseaba desde hacía mucho tiempo. […] Consultando entre sí, convinieron en tomarle por fuerza y proclamarle rey de Israel» (DTG, cap. 40, p. 346).

Jesús necesitaba prepararlos para el gran chasco que les sobrevendría. Mientras los discípulos serían severamente probados en medio del lago, Jesús se quedó intercediendo por ellos. La tormenta que enfrentarían era la premisa de una frustración más dolorosa: «En lugar de su exaltación al trono de David, habían de presenciar su crucifixión. Tal había de ser, por cierto, su verdadera coronación» (ibid., p. 347). Jesús vio a sus discípulos desde la cima de la montaña, en la oscuridad a unos 10 kilómetros [6 millas] de distancia, y aun pudo contemplar su miedo. Cuando crees que estás lejos de Dios y el miedo te embarga, puedes estar segura de que la mirada vigilante del amado Maestro te sigue y te protege. Los discípulos estaban «remando con gran esfuerzo» (Marcos 6: 48), en el griego original basanizō, que tiene varios significados: como prueba, cuando se usa para refinar la pureza del oro; para describir un dolor físico insoportable como el dolor del parto; para referirse a tortura, tormenta o acoso.*

Tal era la experiencia de los discípulos al remar en contra de la dirección del viento y de la voluntad explícita de Dios. Jesús fue en su auxilio, pero mientras más se acercaba, más miedo experimentaban los discípulos, confundiendo a Jesús con un fantasma. Cuando el sufrimiento se hace insoportable, insufrible, basanizō, no reconoces la presencia de Jesús acercándose a ti, pero Jesús te ve y sabe lo que sientes. El miedo de los discípulos duró hasta que reconocieron la figura de Jesús. Si reconoces a Jesús acercándose en tu auxilio cuando enfrentas una crisis, todo miedo desaparecerá. «Es el resultado de la prueba diaria lo que determina su victoria o su derrota en la gran crisis de la vida» (DTG, cap. 40, p. 350). Cada prueba nos sirve de preparación para la victoria final.

*Blue Letter Bible, Lexicon: Strong’s G928 – basanizō, en https://www.blueletterbible.org/lexicon/g928/rvr60/tr/0-1/, consultado en marzo de 2022


Devoción Matutina: Hija mía, no tengas miedo
Arsenia Fernández-Uckele