Mi Recurso Adventista

Gran paciencia

24 de septiembre | Devoción Matutina: Quiero conocerte

«¡Que Dios, que da aliento y perseverancia, les ayude a vivir juntos en armonía, tal como Cristo nos dio el ejemplo!» (Romanos 15:5, NBV).

¿Qué te hace perder la paciencia? ¿Alguna vez has intentado estudiar con un bebé llorando cerca? Felipe lo intentaba, pero no podía. La pequeña Bianca, su hermanita de unos meses, era linda, pero cuando lloraba, sonaba como una sirena encendida en medio de la casa.

-¡Mamá, esto no es posible! ¡Nadie puede estudiar con esos gritos! ¿Cuándo dejará de llorar esa bebé?

-Hijo, necesito que seas paciente. Le están saliendo los dientes.

-He sido paciente toda la tarde, anoche, pero ¿hasta cuándo? Tengo examen mañana. ¿Cómo voy a estudiar?

-Le duele la encía, hijo. Ella no entiende que te está interrumpiendo. Tal vez puedas estudiar mejor en tu habitación, en lugar de quedarte aquí, en la cocina.

Felipe tomó el libro, fue al dormitorio y se apoyó contra la puerta. Allí ya no escuchaba el llanto de su hermana.

Incluso si no tienes un bebé en casa que llora en tu oído, ¡seguro que sabes lo que es ser paciente! ¿Cuántas veces has necesitado esa virtud esta semana?

Cuando sabemos que algo malo durará poco tiempo o cuando podemos ver “la luz al final del túnel”, es mucho más fácil tener paciencia. ¿Y cuando las cosas malas parecen no tener fin? Por nuestra cuenta, no podemos ser pacientes, pero lee de nuevo el versículo principal de hoy.

Dios puede ayudarte a ser más paciente, porque él es paciente con nosotros. Él es la fuente de la paciencia. Dios puede ayudarte a amar a las personas difíciles, porque él nos ama a todos. Él es también la fuente del amor. Ahora piénsalo de nuevo: ¿Qué te hace perder los estribos? ¡Pide a Dios que te ayude con esto!


Devoción Matutina: Quiero conocerte
Anne Lizie Hirle, Ariane M. Oliveira y Sueli F. De Oliveira