Mi Recurso Adventista

La alegría del juicio

22 de septiembre | Devoción Matutina: Carácter ser como Jesús y disfrutar de la eternidad

«Alégrense los cielos y gócese la tierra; brame el mar y su plenitud. Regocíjese el campo y todo lo que hay en él; entonces todos los árboles del bosque rebosarán de contento delante de Jehová, que vino, porque ha venido a juzgar la tierra. ¡Juzgará al mundo con justicia y a los pueblos con su verdad!» Sal. 96: 11-13

Es muy común que todo lo vinculado con un juicio nos despierte cierto respeto. Asociamos momentos como ese con tensión e incluso preocupación. Salvo en el caso del registro de una boda, donde hay un júbilo inherente al evento, las ganas de vivir un juicio son bastantes escasas. De hecho, durante muchos siglos la imagen del Juicio Final se ha considerado como negativa y producía, incluso hoy, temor.

El salmo 96 presenta una imagen bien distinta de ese momento. Parece como si toda la naturaleza se alegrase de vivir el juicio divino. De hecho, emplea una figura bien especial, que es la personificación. ¿Qué quiere decir eso? Quiere decir que pone sentimientos o actitudes de las personas en elementos de la naturaleza. Fíjate en el versículo. «Alégrense los cielos y gócese la tierra.» Como es normal, ni la tierra ni los cielos se pueden alegrar porque son espacios y los espacios no tienen sentimientos. Lo que quiere decir el salmista es que va a haber tanto júbilo de tantos seres que habitan en los cielos y en la tierra que todo será alegre. Continúa: «Regocíjese el campo y todo lo que en él hay, entonces todos los árboles rebosarán de contento.»
Cada criatura del campo, cada hoja de los árboles serán conscientes de que el reino del pecado ha concluido, y volverán a la armonía del principio. Y eso se notará en cada detalle de la naturaleza porque ya no habrá muerte.

No hemos de temer el Juicio Final porque estamos en manos del mejor abogado.
Nadie argumenta como Jesús porque nadie como él ha puesto como aval su vida, porque nadie ha presentado como documento de liberación su sangre, porque este es un asunto personal. Desde su muerte en la cruz, su resurrección y su subida a los cielos, se ha preocupado de interceder por nosotros. Su trabajo en estas tareas es de excelente calidad. Como dice Pablo: «Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas» [Heb. 8: 6]. Unas promesas que siempre cumple.

Empieza a alegrarte ya, empieza a vivir ese momento con gozo porque toda criatura, en cielo o en tierra, en el campo o en los bosques, va a vivir ese día con un entusiasmo inmenso. No te puedes perder ese juicio de justicia y verdad.


Devoción Matutina: Carácter ser como Jesús y disfrutar de la eternidad
Víctor M. Armenteros