Mi Recurso Adventista

No más separación

La noche se ha vuelto más negra que de costumbre. El salvador del mundo siente la proximidad de la muerte. Algunas horas más, y Judas lo traicionará. Pedro lo negará. Los otros discípulos partirán por sus caminos de indiferencia, como si nunca lo hubieran conocido. Y los judios… ¡Ah! Ellos lo entregarán en manos de los soldados romanos para que lo crucifiquen.

La soledad lo abraza, el dolor sacude sus emociones, Sin embargo, Jesús no piensa en sí mismo, sino en sus discípulos. Sabe que les esperan pruebas duras y les dice: “No se turbe su corazón. Ustedes creen en Dios; crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchos aposentos. Si así no fuera, ya les hubiera dicho. Así que voy a preparar lugar para ustedes. Y si me voy y les preparo lugar, vendré otra vez, y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, también ustedes estén” (Juan 14:1-3).

NO MAS SEPARACIÓN

Estas son palabras de consuelo. Jesús se preocupa por sus hijos siempre que éstos pasan por momentos difíciles. Y en esta ocasión sus discípulos está turbados, tristes, sin esperanza. “Por esto que les he dicho, su corazón se ha llenado de tristeza, dice el Maestro (Juan 16:6). A pesar de eso, les
pide que no se angustien, los consuela. Vendré otra vez, y los levaré conmigo, para que donde yo esté, también ustedes estén. ¡Me voy! ¡Es necesario que me vaya! Si no me fuera no podría preparar las moradas que les he prometido y ustedes jamás verían el reino del que les hablé.

La separación tal vez sea la peor tragedia que el pecado trajo al mundo. El hombre sin Dios deambula como oveja errante buscando un sentido para su existencia, cargando un vacío extraño en su corazón. El Profeta dice que los que están lejos de Dios ” “son como el mar agitado, que no puede calmarse, cuyas olas arrojan fango y lodo. No hay paz para los malvados” (Isaías 57:20 y 21, NVI).

Esa triste situación humana es el resultado del pecado. El pecado es básicamente separación de Dios. La Biblia registra 906 veces la palabra pecado, bajo nueve diferentes expresiones hebreas y griegas. En todas ellas, se describe al pecado como el resultado de la separación entre Dios y sus hijos. “Son las iniquidades de ustedes las que han creado una división entre ustedes y su Dios, afirma el profeta Isaías 59:2, p.p.).

Para entender la naturaleza perniciosa del pecado, y por qué la venida de Cristo será la solución final, necesitamos ir al Edén, al momento cuando Adán y Eva pecaron.

Antes de desobedecer y comer del fruto, ellos se alejaron de Dios, escogieron su propio camino, y se acercaron al árbol. Fue una actitud mental de independencia y rebeldía. La idea absurda de que podían vivir sin Dios. El resultado de ese alejamiento fue la acción pecaminosa. Antes de comer el fruto que la serpiente le ofreció, ella dudó de la palabra de Dios. Prefirió creer en la serpiente y no en Dios. Quiso ser feliz a su manera pero las cosas le salieron mal. Ella no tomó el fruto con la intención de morir. Quiso ser igual Dios, pero acabó trayendo la muerte para ella y para la humanidad.

La promesa de la venida de Cristo significa el fin de la separación y de la rebeldía humana. No existirán pecadores en el reino de Dios. Las personas que entren en ese reino habrán depositado sus pecados en Jesús y obtenido el perdón. Y el pecado perdonado ya no existe, ha sido borrado. El Señor recibirá al pecador arrepentido, como a un hijo que vuelve a casa. Y hará fiesta por él. ¡Una familia, finalmente! ¡La familia a de Dios que integra el cielo con la tierra, volverá a existir sin más separaciones!

NO SE ÓLVIDO DE SU PROMESA

A simple vista, muchos podrían pensar que el Señor se olvidó de cumplir su promesa. O peor todavía; que se olvidó de sus hijos. Pero no es así. Jesús es amor y se preocupa con el dolor de sus amados. “No se turbe vuestro corazón” , les dice. Él no es indiferente al dolor humano. Creó al hombre y a la mujer con vocación de felicidad y para la felicidad. Todo era armonía y dicha en el mundo recién salido de las manos del creador, pero apareció el enemigo trayendo destrucción y muerte. La tierra empezó a producir cardos y espinas, el clima perfecto se desequilibró y comenzó a hacer frío exagerado en algunas partes y calor intenso en otras. Surgió la enfermedad y la muerte, y el carácter del ser humano se deformó dando origen a la violencia, la traición, la deslealtad, el asesinato, la deshonestidad, en fin.

Hoy, el sufrimiento es la ley de la vida. Sufren los buenos y los malos, los adultos, los ancianos y los niños. Padecen los culpables y los inocentes. Todos lloran el dolor de haberse separado de Dios. Pero Jesús se preocupa con el dolor de sus hijos y les promete: “No se turbe vuestro corazón” porque “Vendré otra vez.”

¡El día está llegando! El cumplimiento final de nuestra esperanza! ¡El sueño hecho realidad! Hoy aceptamos todo eso por la fe, pero pronto, más pronto de lo que piensas, la trompeta sonará.

Yo quiero prepararme para ese día. ¿Lo quieres tú también?


Todo ojo le vera… ¡El día está llegando!
Pr. Alejandro Bullon