Mi Recurso Adventista

¡No!

24 de agosto | Devoción matutina: Sin miedos ni cadenas

«Podemos hacer nuestros planes, pero el Señor determina nuestros pasos» (Prov. 16:9, NTV).

Abby, la hija de una amiga, está empezando a decir sus primeras palabras. En este momento, su palabra preferida es «no». Su mamá, Liubov, la está criando para que sea bilingüe y le habla ruso. Así que, cada vez que Abby no quiere algo, dice con su vocecita aguda y sus enormes ojos pardos abiertos de par en par: «¡Nyet».

—Abby, ¿quieres más jugo?
—Nyet.
—Abby, ¿leemos otro cuento?
—Nyet.
—Abby, ¿quieres comer lentejas?
—¡Nyeeeettttttttt

Cierto día, mientras pasaba la tarde con Luyba y su familia, me emocionó notar cuán rápido está creciendo su hija. Decir «no» es una habilidad necesaria para la vida adulta. Así que, cual paparazzi, le tomé muchísimas fotos para conmemorar este hito de desarrollo. Debo confesar que cuando es Dios quien me dice «no», no me parece tan bonito. Definitivamente, no saco el celular de la cartera para capturar la «magia» del momento (tal vez debería hacerlo…).
Cada «no» de Dios es la puerta que nos conduce a un «sí» más grande. Por supuesto, en el momento no lo parece. Sin embargo, debemos confiar que vendrán; no basadas en las circunstancias, sino en el carácter de Dios. «Un frustrante “no” puede estar preparando el camino para un próximo “sí”. Después de todo, tenemos un Padre amoroso que sabe cosas que nosotros no sabemos. Y, algunas veces, él necesita “arruinar” nuestros planes para poder realizar los suyos», escribe Alicia Bruxvoort. No hace falta que entendamos la forma en que Dios está obrando para que aceptemos su voluntad. Lo único necesario es que confiemos en que nos ama. «Cuando recordamos quién es Dios, podemos aceptar más fácilmente lo que está haciendo, incluso si dice “No”», agrega.

Puede que el «sí» de Dios sea diferente de lo que esperábamos, que nos sorprenda o que solo lo comprendamos en el cielo, pero estoy convencida de que un día repasaremos la historia de nuestra vida y notaremos que cada «no» merecía una foto, porque nos condujo más cerca de Aquel que es el Sí y el Amén.

Jesús, cuando me dices no, lo haces por mi bien. Cuando no entiendo lo que sucede, ayúdame a confiar en que me amas, a anclar mis expectativas en quién tú eres y no en lo que puedo ver.

Devoción Matutina: Sin miedos ni cadenas
Vanessa Pizzuta